miércoles, 29 de febrero de 2012

Un lugar para los sueños


No sé de dónde vienen,
sólo sé de su avidez en el vuelo
paseando sus sombras en la noche,
entre lunas de abril,
dispuestos a despeñar el reposo
hasta las hondas simas del silencio.

Llegan sin avisar,
con la leve caricia de su aliento
sobre ramas de pájaros dormidos,
latiendo sus inercias
por el claustro olvidado de las sienes,
entre lenguas de fuego,
tratando de arrasar las soledades.

Sus efímeras alas
parecen arrancadas de una esfinge
perdida en el desierto
y buscan en el lecho de las frentes
los ecos de sus voces,
brillantes como gotas de rocío.

No sé adónde van,
pero sé que los sueños peregrinos
bordados de alamares
son un grito espiral de centinela
que despiertan la sed de mis esponjas
con pólvora estrellada de deseos.

*Andros

martes, 28 de febrero de 2012

El fin de los idilios



En el roce del aire y el silencio del agua
convalece el rostro acantilado de la arruga.

El tiempo es poema en el desierto
que presiente la voz del abandono
y hasta el aliento del pétalo en calma
arropado por dulces ocarinas
es germen que se abreva con términos dolientes.

Qué mal sabe el desembarco al párpado que sueña
si desde la otra orilla del reposo
sólo se vislumbran huracanes al acecho.

Porque no es fácil entre vagidos de indolencia
conseguir que fluya la blancura en los almendros
ni tampoco desnudar las luces del recuerdo,
volverán a posarse las manos en las sienes
para olvidar las torvas espirales.

Y como el pensamiento se mueve con voz baja,
las letras, cansadas de vivir tantos agravios,
se hacinan sobre oscuros epitafios.

Es el fin que siempre aguarda lejos del idilio.

*Andros

lunes, 27 de febrero de 2012

Te esperaré


Está mi noble corazón, abierto
como fuente de amor iluminada,
cansado de la vida ya pasada
que le llevó a sentirse como muerto.

 Atrás quedó el árido desierto,
sin la sombra ni el agua deseada,
que mantuvo a la tierra desangrada
sin el jugoso fruto de tu huerto.

Ahora que la luz brilla en la frente
y llena de dulzura la mirada,
se viste de oropel emocionada

la voz que te reclama eternamente.
Ciego de sed y de pasión ardiente
espero presuroso tu llegada.

*Andros

viernes, 24 de febrero de 2012

Del pensamiento a la voz


  Gota a gota,
       lentamente,
                se me escapa el pensamiento.

¿Acaso es agua desbordada
de un vaso rebosante,
que huye amedrentada ante el temor
de olvidar el origen de su cauce?

¿O es la ciega luz de un proyecto de amor,
que por ser desde siempre deseado
jamás traspasó la frontera de los sueños?

Sea como fuere me hierve la palabra
como hierve el silencio en una isla abandonada,
brotándome furtiva, dúctil,
al plegarse a la férrea voluntad
de un lenguaje que se enciende en las raíces.

La palabra, latido de leyendas
que fluye de los labios,
me navega las lindes del afecto
como flor de nostalgia
en ecos de un gorjeo.

*Andros

Tras el léxico que escapa


Primero fue la búsqueda incesante de la propia intimidad
amasada en un crisol de espinas y cauterios,
visión fugada oculta entre espesa niebla
que sujeta a la historia de mis vuelos
aún camina alejada de la fronda de las sienes.

Poco después, tras haber llegado al fondo
donde se asientan las raíces del álamo esplendente,
quise ser más océano que río
y al compás de la sístole emergida de los sueños
acariciar el labio sutil del límite imposible,
principio y fin de una equívoca existencia.

Ahora, a las puertas que dan paso a lo desconocido,
logrado el máximo equilibrio en las curvas del léxico que escapa,
lejos ya de ecos y distancias del pasado,
listo estoy para subir los últimos peldaños
que conducen al olimpo de los dioses olvidados
para abrazar la presentida paz
esculpida sobre el estéril mármol de mi obra.

Así, aún sin marcharme,
la  voz que me acompaña en este exilio
será la voz que nunca muera entre mis labios.

*Andros

jueves, 23 de febrero de 2012

Voz abierta


Un castillo de sueños se ha esculpido
con verdes hojas de hiedra
desbordado de luz y de rumores
en las noches de estrellados vuelos
tras el dintel de mi puerta.

Un horizonte infinito se divisa
desde sus torres bermejas,
y una voz que dormía entre nimbos de diamantes
blanquea el oscuro velo que me ahogaba
al caer como la nieve cae
sobre la desnuda estepa.

Atrás quedó la flor, cerrada,
suspirando entre latidos de piedra,
abrazada a las alas del silencio
prendida de helados besos
que agrietaron el sabor de sus esencias.

Ahora esa voz, rompiendo auroras,
siembra mariposas blancas
a esta nostalgia severa,
y los finos arpegios de su aliento
amanecen junto a mí
como el canto del mirlo entre la niebla.

*Andros

martes, 21 de febrero de 2012

Cuando el amor se hace canción



Una mirada, una sonrisa, un beso,
un abrazo sincero de amistad,
son aromas que lleva el viento
y que llenan de contento
las letras de un buen cantar.

La suave brisa es caricia,
el cielo, si azul,viste su traje de paz
y  las oscuras golondrinas de Bécquer
siembran rosas blancas en el mar.

El triste llanto de un niño
es lluvia de fuego y sal,
y los viejos harapos de un mendigo
espinas son, que al alma harán desangrar.

El amor abre nuevos horizontes
que traen dulce música celestial,
es violín de Ingres que despierta
a las remeras musas del poeta
siempre abiertas a navegar.

Musa etérea de mis sueños
ayúdame en el remar,
dame el amor infinito
que brilla en tus verdes ojos
y yo te sabré cantar.

*Andros

lunes, 20 de febrero de 2012

Del beso al verso



Si no siento tu sed sobre mi boca
soy camino batido de nostalgia y estoy solo.

De ti,
sirena prendida sobre pétalos de agua,
brota el rumor imponderable de la dicha
todo un blanco luminar de efluvios agitados
más hermoso que la aurora boreal que pasea por mis sueños.

Si te llegas todo es luz,
tu mirada limpia, sugerente, de micas incendiada,
pinta verde los vidrios del desvelo
y me afila las estrellas de los ojos
como un cálido brazo de mar sin oleaje.

Así te veo, así te siento,
lengua de cristal, serena y sin zozobras,
buscando con deleite la impaciencia de mis labios
con un lenguaje a punto de nieve
que se eleva primoroso hasta las sienes
para escandir con diligencia el verso adormecido.

*Andros

jueves, 16 de febrero de 2012

Abriendo enredaderas


  Fundido estoy al ansia
en esta primavera de deshielos.

Aunque me duele, busco el tacto fácil
de viejas cicatrices
dormidas entre páginas en blanco
cuando el cielo, escenario del ámbito,
me hacía trascender.

La fiebre me recurre
en las profundidades del monólogo
con la vehemencia propia del alcohol
tratando que el instinto de la sangre
abra su enredadera al ojo del asombro.

Pero mi vocación
cimentada entre sueños aliformes
no permite ahogarme entre reflejos
que caminan con mármoles a cuestas.

Es por eso que huyo de aquietarme
de ser abrevadero de un paisaje
de escombros y cenizas.

Mis ojos, ventanas sin alféizares,
encienden sus cristales
con la mirada vírgen
a la espera de obviar esta cuaresma.

*Andros

lunes, 13 de febrero de 2012

El rostro que me habita


Sostén de un laberinto de presagios,
el rostro es un espejo
donde duerme su voz el vaticinio,
donde cuelga la vida sus jirones
humillada por tantos desafectos.

Como libro que se incuba en tiempo de vaivenes,
entreabre la piel de sus enigmas
regresando a su origen de volcán
en una ensoñación de ojos ardiendo.

Qué ominosa es la historia de mi rostro
-bemol del sufrimiento-
porque sólo entre lunas de metal
derritieron su culto iconoclasta
las pálidas bengalas.

Lo aprendí con la sed de cada día:
No perduran vidrieras más amargas
que aquéllas que vacían sus acíbares
en corolas de anocheceres ciegos.

Para ser flor de anís
hace falta algo más que una sonrisa.

*Andros

sábado, 11 de febrero de 2012

De insomnios y soledades


Junto al borde espumoso de los sueños
se asoman recias pesadumbres.

La soledad, omnímoda,
martillea sin descanso el pensamiento
confinándole entre las rejas del olvido
con cerrojos de pólvora y silencio.

En sus manos el verbo se fatiga
y sin desprenderse, alarga su sombra de ciprés
para apagar el brillo de las letras.

Sin hacer ruido,
con pasos de densa niebla,
agita los estribos de la templanza
al compás del  misterio que suscita
el ritmo de su danza monocorde.

Y por mucho clamor vertido al viento,
las palabras languidecen como los cerrados ojos
de una estatua espectral que flota en el vacío.

Al final todo parece inútil: arriba el insomnio.

La solitud rema con manos de hielo por la sudada frente
hacia un calvario de negros alquitranes.  
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         
*Andros


                                                                                                                                                                                                                                               
                                                                                                                                                                                 

viernes, 10 de febrero de 2012

De sueños y silencios



Los sueños son torres de babel inexpugnables,
cenizas de cristal abocadas al vacío.

Como latidos trashumantes, sin voz ni rostro,
visten sombras en las alas del pájaro dormido
y de su acendrada médula nace un mudo laberinto
donde las neuronas trazan torbellinos de grises nebulosas.

Al soñar, las pupilas encienden sus esponjas
y se abren las trincheras nacaradas de las conchas
fluyendo sin cesar pulsos fugitivos
que enmascaran las ansiosas claraboyas del instinto.

La conciencia se fragmenta, se altera, se prolonga,
brota el onirismo exacerbado
y en esta avidez insaciable de fósiles espejos
los vitrales del recuerdo desflecan sus lánguidos cabellos
tras romper el dogal que les ahogaba.

Visión fugada ésta de los sueños
que se aliebra sobre los brazos de la angustia
cuando el silencio se oscurece en el cáliz de las sombras.

*Andros

jueves, 9 de febrero de 2012

Con el estío en los costados


   
Siento muy hondo como brota el manantial de la sangre,
como se encienden los latidos de la tristeza
palpitando sobre el pecho secretas añoranzas
que tratan de escapar de la tupida telaraña de las sienes.

Con la frente febril poblada de luces de resinas,
oculta la profunda raíz de los recelos
tras el quicio varonil de una mirada sin orillas,
se decapa el barniz brillante del reposo
al bruñirse los iris de la sed con festón de carne viva.

Limpias van mis manos sin garras en los dedos
con la esperanza abierta a nuevos ventanales
porque tengo estíos de pasión en los costados
y la cálida ternura que me fluye sin cesar de la garganta
se extiende más allá de las olas danzantes del zodíaco.

Pero aún existe en el leño reseco de mi verbo
el vértigo espiral que convoca la ancha herida.

De ella, se abona sin esfuerzo la locura
que pinta calaveras de silencio en las paredes
haciendo naufragar el capuz que enluta los deseos
por el proceloso mar donde se hierven los recuerdos.

Y es que sólo en las raíces del lamento
permanecen enjaulados los ecos que recuerdan las auroras.

*Andros

martes, 7 de febrero de 2012

Cómo eres y adónde vas


 
Ni limando aristas, ni sacando lustre
a las palabras consigo describirte.

Eres campo y flor, cielo y tierra,
manantial desbordado de pasión,
luz abierta al este de los sueños,
atajo que conduce a la verdad.

Estás cubierta por una pátina ambarina
que el mar océano quiso espumar
sobre tu tersa piel.

Si callas,
por el aire se resbalan los silencios
y una estela de paz se difumina
tratando de envolverte.

Si sonríes,
se abren los secretos que tu concha
celosamente guardaba tras el cristal
que refleja todo tu equilibrio.

Jamás podré encontrarte en vilo
junto al grito celoso y desgarrado
que enarbola la soberbia
ni serás testigo defensor
del odio y la venganza que acuchilla.

Te buscaré con las manos abiertas
y la mirada serena
allá donde las olas reposan sus fatigas,
donde los sueños encuentran su remanso
o sobre el lago azul donde afinan los laúdes
las vibrantes cuerdas del amor.

Y por eso vas desde tus límites profundos
calzando de añoranzas la voz de mi lenguaje.

*Andros

viernes, 3 de febrero de 2012

Canto al viento


 
En una esquina del alma
donde nacen escondidas
las flores de la añoranza,
donde duermen los sueños que vistieron
en otros tiempos sus mejores galas,
tengo prendida una estrella fugaz
que es el venero de blanca luz
donde brota mi palabra.

Como un torrente infinito que lleva
sus enloquecidas aguas
por los desnudos paisajes que pueblan
tierras ávidas de amor y calma,
así me discurre el verso fogoso
cargado de aliento fresco
golpeando con pertinaz estruendo
las cerradas puertas que en silencio callan.

Tengo el pecho labrado de sosiego,
la frente sin arruga, descubierta,
la mirada suspendida entre las nubes
y la mano generosa abierta al gozo.

Quiero dar alas al canto
nacido entre la paz y el albedrío
y que vuele como alondra en la nevada.

¡Que mi voz nunca muera en el olvido!

 Por lo demás no pido nada.

*Andros

Alcanzar la plenitud


 
Si a mi lado estás se para el tiempo.

Tu regazo es blando lecho, reposo
obligado en el soñar.Sueños blancos
que convierten miradas en caricias
al desbordarse el juego de las manos.

Con los ojos cerrados, sin respiro,
los labios encadenan su ascensión
al paraíso venciendo el vértigo
al que abocan las aristas del deseo.
Llegado ese mágico momento,
libres de pensar, se funden las fronteras
donde penetran los alientos,
allá donde el vivo instinto conduce
a sellar con dulzura el beso imaginado.

Todo es entonces huída hacia el éxtasis,
con ríos desbordados de albedrío
y música celestial que hacen vibrar
las cuerdas del placer entregadas
sin pudor a un intenso frenesí.

Y así quedamos en plenitud,
como surtidores apagados
entre suspiros permanentes,
con el cuerpo y el alma entrelazados
evitando la desnuda soledad
labrada entre las grietas de la ausencia.

Si a mi lado estás nada es lejano,
no ha lugar para pensarte,
nuestros ojos tienden puente entre los mares,
y tu sombra ya no es sombra,
es tu cuerpo que vibra entre mis brazos.

*Andros(22-VII-08)

jueves, 2 de febrero de 2012

Acercar la lejanía


 Qué lúcido es el párpado sutil de la ironía
-roja luz que bisela la voz del pensamiento-
cuando esquiva el hielo que florece
en los afilados bordes de la envidia.

La rampa donde tiemblan pulsos de cristal
oculta el brillo secular de sus espejos
mostrando una frígida sonrisa
tras la máscara que envuelve su cilicio.

Pero la vanidad no descansa recreándose en su sombra
y entonces se encienden los iris del deshielo,
se podan las espinas crecientes de las manos
hasta llegar al ensamble de los labios.

Así,
desde la acústica definida por la fuga de este mórbido concierto,
limpias las arrugas de la frente
y rotos los cerrojos del pudor que aupaban arenas movedizas,
un incontenido júbilo arropa la palabra
para mostrar el rosado fervor de su ternura.

Atrás los barrancos insalvables,
desterrada la niebla del campo de batalla,
las aguas, desde su arañado cauce, recobran su inefable serpenteo
al saciar su antigua voluntad de paloma mensajera.

Y devanado ya el hilo que enhebraba el ceño,
el opio emergente del azul deshace ambigüedades
mientras el aliento se hace táctil,
y un armónico elixir de simpatía descorre los dogales del árido silencio.

*Andros

miércoles, 1 de febrero de 2012

Sufrida piedra


 
Pálida, exhausta, pero abierta y limpia,
la piedra suspira llena de sopor pretéritos aromas
de monótonas salmodias que la enclaustran
entre las oscuras paredes del olvido.

Renacer quiere de ese curso infinito
que mantiene su latir frío y convulso.

Las noches se eternizan en la penumbra
de su mórbido cuerpo aterido por la fiebre
mientras escucha lejanos cantos de sirena
que la transportan a un claro amanecer.

Este azul que agita sus ojos diamantinos
ejerce una atracción resplandeciente
y sin pausa, descubriendo los encantos
ancestrales que varados yacían en su templo.

Y se hace voz, voz que reclama
con ansia desbordada el pan de la justicia,
el agua que calma la sed del peregrino
y el ropaje que tapa las vergüenzas del mendigo.

¡Bendita sea esta piedra que, de nuevo
triunfal, airea el tapiz de sus esencias!

*Andros