lunes, 30 de abril de 2012

Por qué te quiero




Tan humilde como el grano de mostaza,
invisible en el hueco de la mano,
es el color de tu existencia
que gravita guardado con amor
más allá de tu abierta geografía.

Cuando supe de ti,
pude calibrar la amplitud de tu medida.
Vivías libremente
con las puertas abiertas, sin dobleces,
limpia de todo mal,
a tus sólidos principios abrazada.

Por los remansos de tus aguas
no discurren sólamente los aires
cotidianos de la desbordada sencillez.
La voz que late en tu presencia
es vuelo desprendido
con ansias animadas de verdad,
que emigra desde la callada intimidad
hasta el verde que brilla en tus cristales.

No eres eco de las sombras
ni tampoco del silencio que corroe.
Todo en ti es callar sabiendo,
alma abierta y sin celada,
labrado laúd de hondo latido,
poesía viva y éxodo al paraíso.

Por eso yo te quiero tanto
y por eso mis aguas se funden con las tuyas.

*Andros

domingo, 29 de abril de 2012

Las raíces del lenguaje



Por las curvas silentes de las noches
se asoman las raíces del lenguaje.

Son como agujas de cristal, espinas
vírgenes que se abisman en la frente
buscando deshacer enredaderas.

Sobre nidos de nácares y sombras
se abren los suspiros de las arpas
y el verbo abandonado entre algodones
se mece con la llama de las velas.

Mientras, el corazón, jardín cerrado,
despierta más allá de sus costados
y un gran alud de soles y cometas
flamea en el papel viejas quimeras.

Pero no todo es sol, ni mar , ni lava:
Allá donde reposan los enigmas,
el insomnio afila su garganta
sobre la mano de alas arrugadas.

Entonces, fatigado el oráculo,
surge el miedo, el miedo a descender
por la escala que ahoga el albedrío.

Es la catalepsia del labio gris
que nunca sacia la sed que clama su desierto.

*Andros                            

"Árido Umbral" en Cáceres (Composición)

sábado, 28 de abril de 2012

"Árido umbral" en Cáceres

 Pilar Morte, J.J.M.Ferreiro y José Luis Preciados en el momento de la presentación de  la Antología Poética "Árido umbral" en el Palacio de Oquendo en Cáceres.
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viernes, 27 de abril de 2012

Promesas de nirvana


     
Una calma sostenida por tenazas de silencio
derrama promesas de nirvana
sobre el álbum donde duermen los recuerdos.

Parece que la vieja conciencia de los astros
cansada de acosar el costado de los sueños
se acerca de puntillas con sus zarcos ojos
para prender una estela de lunas y menhires
en el vientre del tibor donde rueda la añoranza.

Es tanta la quietud con que el cielo se desangra,
que el tiempo remansa su flujo de despojos
escaneando médulas de sombras.

Surge así sobre el muro de las sienes
un témpano de hielo, que apunta sus fusiles
tratando de ocultar  líquidas espinas
tras el rostro de la soledad recóndita.

Pero algo tiene el corazón bajo el pistilo
que conmueve los cimientos de su lecho
conminándole a emigrar hacia su norte.

Es la voz transparente que navega sus arterias
para evitar de nuevo el cisma
que provoca la sed de las heridas.

Y esa voz, enredada entre fórmulas de agua,
orienta el girasol de su delirio
levantando vuelos con rumor de caracolas.

*Andros

martes, 24 de abril de 2012

Triste devenir


 
El hombre va rodando cuesta abajo
de la mano del tiempo que se escapa.

Sin saberlo, exprime sus esponjas
obstinado en alcanzar una gloria
que siempre le conduce
a dormir bajo el techo de una cripta.

Su camino, poblado de serpientes
ocultas en la sombra,
se acompaña de vidrios y malezas
que nunca dejan ver
el rostro que insinúa su destino.

Y aunque siempre persigue su regreso
esclavo de sus fugas,
su bitácora viste de retales
de aviesas intenciones,
de arcadas que coronan su declive.

Así vive, con ansias de ser pájaro,
en vuelo por las rutas del asombro
hurgando los secretos
de un cielo que le cubre de cenizas.

Sólo el exilio en pos de la verdad
que tanto se resiste,
le da sentido al curso de su historia.

*Andros

lunes, 23 de abril de 2012

Un hombre nuevo


 
Tanto tiempo entre labios apagados
doblando las esquinas de la nada,
olvidado del mundo
sobre ascuas de dolor fosilizado,
me hicieron comprender lo inevitable.

Se fueron derritiendo los silencios
al paso, sin remedio,
compartiendo el martirio de las horas
con los sueños azules
y el nudo en la garganta del recuerdo.

Un negro devenir hecho jirones
brotaba desde el centro de mí mismo
ahogando lentamente los deseos,
que buscaban su aliento
en las fuentes cegadas del instinto.

Pero nadie abandona en su cabeza
el viento de los ecos
ni el ansia venatoria de la carne.

Por eso he conseguido regresarme
con todos los matices
al lugar donde funden iceberes,
donde el amor es grito
y no tiene cabida el desencanto.

Bajo este mirador de rosas blancas
sucumbe el celibato
gestado en el crisol de las ausencias
mientras el canto agónico
fluye su sed de nuevos parlamentos.

Sin fugas ni distancias
la elegía se viste de risas y de luces.

*Andros

jueves, 12 de abril de 2012

Un lienzo por pintar


 
La palabra, salpicada de sueños,
despierta las auroras
con la luz de sus blancos alquiceles.

Burlando las orillas del crepúsculo,
enarbola su aliento solidario
en ronda de gorjeos
y estalla en el aire, ebria de vida,
ajustada al ritmo de sus nácares.

¿Cómo puede ceñirse
el fajín de su rango libertario
al talle de una esfinge amordazada
que rueda desbordando soledades?

Sólo el regreso al crudo raciocinio
desvela su linaje
para que desde el loto visionario
se vislumbre el rumor de los eclipses.

El eco naufragado de la voz
libera su descanso
en las dunas flotantes del silencio
y nutre su caudal
donde el amor no vive prisionero.

La palabra, como una vía láctea,
dibuja sus estrellas
sobre el lienzo que brilla en lo imposible.

Así nacen en ella
los mensajes que bordan parlamentos.

*Andros

martes, 10 de abril de 2012

Todo tierra



El libro de la vida
describe su odisea
al ritmo de un volar de mariposas.

Aunque el alma que sueña no es de piedra
ni su vuelo tiene alas de cartón,
la carne, siempre débil,
evita cobijarse
en el vientre de un cántaro de estelas.

Por eso en la falaz dicotomía
-razón o sentimiento-
nada fijo prevalece:
Es visión que se escapa de las manos.

Se busca el equilibrio
desde el canto del pájaro
hasta el eco vital de las neuronas,
sin obviar los remedos del Parnaso.

Pero el pulso no sella la antinomia
y al final, todo es tierra.

*Andros

sábado, 7 de abril de 2012

Voces amargas


 
Hay palabras sin tacto,
-despojos de las sienes-
que asoman el color de sus infiernos
cuando el vicio fermenta entre cenizas.

Son flechas desafiantes
envueltas en acíbar
dispuestas a clavar en los oídos
los oscuros mensajes de su pobreza.

Debajo del barniz de su hojarasca
sólo hay olor a tierra
y aunque a veces se adornan con disfraces
de charoles y pámpanos,
sus brillos matizados
corroen la sumisa inteligencia.

Hay palabras que tienen mal aliento,
que esconden su cilicio
en el puño cerrado de sus ecos
buscando un barandal donde apoyarse.

Esas palabras sólo se tatúan
sobre el labio de un viento enajenado.

*Andros

Voz callada


 
Tu silencio de roca, tan perpétuo,
es alfanje que sesga la esperanza
de cielos que liberan golondrinas
entre velos flotantes de obsidianas.

Con su frío de gris invernadero
un dédalo de dudas y tinieblas
se cierne con sus vidrios azogados
sobre el cáliz caído de tus fugas.

Ver tu silueta íntima y rotunda
desprendida del aire, sin color,
apurando sonrisas minerales
incita a los brazos del instinto
a romper el idilio que le agita.

¡Qué fría es el agua de tu cauce
y la paz que sostiene tus latidos!

Parece que tu calma tiene esquinas
de cansancio donde se multiplican
los afectos que manan soledades.

Pronto deberás abrir los límites
que guardan la savia de tu perfil,
porque no lucen rojas las vidrieras
si el crepúsculo ciega las arterias.

Entonces, dejarás de ser la voz
donde el tiempo amasa sus escombros.

*Andros





















viernes, 6 de abril de 2012

Tiempos laxos


   
El tiempo permanece embalsamado
en el oasis de la supervivencia.

Las horas en silencio
copulan en largos intervalos de evasiones
con el gesto enmascarado, hasta el punto
que la soledad del aliento se vuelve táctil
a pesar de abrazarse con el éter.

En el rostro del aire
tiembla la desnudez de los designios
y en el límite abierto de las fugas
el riesgo que se asume
bebe la razón de los ojos ciegos.

La sed de azul que filtran las murallas
para tapiar vacías apariencias
se derrama doliente
sobre la intumescencia del hastío
al no vestir el arco de las sienes.

Paisaje de desierto es el que espera
al labio abandonado
que se anuda a la luz de un espejismo
huyendo del calor
de una fosa flotante de volcanes.

Quien viste su alborada de indolencia
verá su dignidad entre rastrojos.

*Andros

jueves, 5 de abril de 2012

Aires de saeta



En el atrio al que sube una saeta
la calma se desnuda.

Su grito, definido por la sangre
que cala las conciencias,
pone paz en todos los rincones
alumbrando su fiel epifanía.

Mensaje de laurel,
su luz abrasa el aire y su voz
oculta en la garganta
despierta las raíces del impulso
entre sístoles que abren penitencias.

La saeta, velero
que navega las aguas en silencio,
pasea su estirpe de nervio y fuego
en noches nazarenas
hasta el alfa que encierran los oídos.

Su vértigo de rosas, sus espinas,
trascienden los aljibes de la sed
y hasta el grano dorado en la amargura
ordena sus latidos
buscando un corolario de armonía.

¿Qué tendrá la saeta
que en las noches de abril
eterniza el redoble de sus ecos?

La saeta es mucho más que un guiño
que sonríe a los ojos del encuentro.

*Andros

Tras el eco de las fugas



Voy siguiendo las huellas de tus pasos
como pájaro herido entre zarzales,
la voz hecha jirones
y el temor desangrando la memoria.

Evadido del canto,
con este caminar nebuloso
sólo busco la sombra de tu rostro
en las gotas de aire
donde brillan los mágicos recuerdos.

La curva de los años
alcanza su inflexión en las arrugas,
-espejo de lo efímero-
en el romántico azul de los sueños
y en el rastro cruel del remordimiento.

Asomado al abismo, me resigno
a ser viejo retal
que se teje entre relojes parados.

Y es que desde este pobre invernadero
sólo la ascética del sufrimiento
se acompaña del eco de las fugas
y sus paseos de misantropía.

Sobre este mar de sal
mi intimidad se cuelga de la tuya.

*Andros

miércoles, 4 de abril de 2012

Tiempos difíciles


     
Este tiempo de agravios y de escombros
que muerde sin pudor
las despojadas manos de los hombres
enciende su dureza
con la fiebre creciente del olvido.

Perdidas en las calles
hay tantas vidas incubando miedos,
recostadas en ciegos laberintos
bebiendo de los cuencos del desprecio,
que sólo la amargura
se encadena a la huella de sus pasos.

Son pavesas al viento
nacidas en los desvanes fríos,
pájaros malheridos
con venas vacías
en nidos bajo aleros de cartón.

Temen tanto a los brillos del pasado
como al yugo que les hace transeúntes
de un mundo veleidoso,
y de sus alas rotas
sólo penden las ascuas de la nada.

Caminan entre ausencias
como espectros que van a la deriva
y en sus sueños de luna
andenes de pedernal alientan sus auroras.

Como testigo de su calvario y sus misterios
sólo pido para ellos el pan
que se amasa en la flor de la ternura.

*Andros

martes, 3 de abril de 2012

Verdes añoranzas


     
Qué largas son las noches del invierno
envueltas de añoranzas,
si el cuerpo que se anuda a sus instintos
se viste con la quietud de la roca.

Cómo flota en la magia de los sueños
el idilio secreto de sus ecos
esperando que un galope de amazonas
alcance locamente con su danza
el placer de llegarse a sus ijares.

El delicado roce de las sábanas
enardece la piel
al recordar el baile de las manos
sobre el ansiado vientre
donde arden de pasión los humedales.

Al darme a los abrazos con acento,
la brújula falaz del onirismo
me conduce hasta el norte de unos ojos
evadidos de un bosque de esmeraldas.

Y así me veo, persiguiendo ausencias,
apostado en la sombra de una vela
como el canto de un pájaro sin voz.

Sólo en la sístole del reloj que nunca duerme
cobran luz mis cifrados espejismos.

*Andros.

lunes, 2 de abril de 2012

De voces y sarmientos


   
He sentido en las manos de mis padres
el calor que sostiene la ternura
porque siempre cercano a sus umbrales
supieron inculcarme
el latir de los jóvenes sarmientos.

Su recuerdo, reloj de la alegría,
va prendido del brillo de sus iris
y por eso se enciende mi palabra
bajo el capitel de la soledad
con la voz de su sangre.

Soy testigo legal de su evangelio,
-espejo de quimeras y remansos
de pasos ambulantes-
que comparte la paz de su silencio
con el nácar florido de los sueños.

Bajo el cielo estrellado de las lágrimas,
como delfín atrapado entre redes
atadas al vacío,
he vivido el horror de las tormentas
justo al pie donde yacen sus estatuas.

Desde entonces, los vientos de sus alpes
sacuden con furor
el tambor donde duermen los poemas,
como si fuesen duendes
prestos a apuntalar su pensamiento.

Y yo, égloga al hombro
derramo la luz de sus ojos ciegos.

*Andros

Abril ríe


 
En las últimas gotas del invierno
quedaron encerrados los insomnios,
y el canto de las letras
confinado entre viejos pergaminos
renació ante nuevos desafíos.

Sin el sol que acaricia los sentidos
ni el deseo que lleva a rescatarse,
es difícil intuir
la vena migratoria de los vuelos.

Sólo cuando el silencio se hace grito,
cuando la voz madura entre los labios,
el lenguaje abandona su ostracismo
para lucir el brillo de su aliento.

Nace así, bajo techo,
abril de lunas blancas
con melena de risas y acuarelas
dispuesto a ser vehículo de afecto
más allá de sus propias vibraciones.

Con el olor a jara
regresan fantasías a la mente
y el verso, de puntillas, dobla esquinas
apurando hasta el mínimo recodo.

Es el despertar de un vuelo sin alas
que a sonreír convoca,
del júbilo indolente,
del renacimiento de la piedra cautivada.

Es el agua que calma la sed de los desiertos.

*Andros

Las razones de tu ausencia


 
No sé porqué el paisaje
se me extiende con fugas de océanos,
porqué las noches ruedan sus ansias de rubíes
queriendo ser bengalas
que buscan armonía en la memoria
de una voz apagada por el tiempo.

No lo sé, sólo sé que el silencio que me habita
conduce al pensamiento
a los pies del mármol donde crecen los recuerdos.

¿Acaso es el pulso derretido el que solfea
la nula fertilidad del sueño,
o es el poro de la incertidumbre
el que ataca las íntimas esencias?

Sea como fuere, bajo el párpado que duerme
náufrago de horizontes
siempre crecen espigas de consuelo,
latidos que en voz baja
propagan la fuerza temblorosa del amor.

Y así estoy, con el vuelo cerca de las sienes,
esperando, siempre esperando escuchar el eco
donde yacen las razones de tu ausencia.

*Andros (26-III-2012)

domingo, 1 de abril de 2012

Las raíces del silencio



La mirada esquiva que se esconde
al amparo de un sórdido silencio
crea un nudo en la garganta
aunque se suelten las bridas
que ponen freno a la palabra.

La sombría soledad no descansa,
emerge indolente sin pausa,
y la honda intimidad
celosamente guardada se despierta
al socaire del albedrío soñado.

Desde este predio abandonado
reverdece el viejo desaliento
sin bálsamo que lo alivie,
se van cerrando caminos
y la oscuridad se cierne
sobre los cansados ojos.

Mientras este árbol siente desvestirse,
sus raíces con furia desatada
buscan la verdadera razón
que es ataúd de su destierro.

En este universo gris y contenido
donde las voces son como desiertos
y la timidez pone brillo a los sollozos,
un grito azulado lleno de dulzura
quiebra delirios y extiende su fuego
por las estrechas márgenes del olvido.

Es la raíz que brota con fuerza
-espejo de la verdad oculta-
cambiando la faz
del silencio en el que estaba abandonada
por el eco transparente de la luz
que reposa en sus umbrales.

La soledad, alejada del rumor helado,
se levanta en los brazos de un arrullo.

*Andros

Habla el rostro del olvido



Es difícil volver la vista atrás
sobre todo si el tren de la memoria
circula por raíles oxidados.

Con la frente dormida,
la voz robada y las manos yertas,
en el ámbito hueco de las luces
sólo brillan las ojeras.

El rostro de los vuelos se retrata
con luto en los espejos del espectro,
como péndulo roto
que cuelga del grillete de las horas.

Estéril panorama el que contempla
el labio nebuloso, cuando a ciegas
derrama la soledad de su grito
hasta el último vidrio de su sangre.

Se apagan los latidos de las conchas
y rompen a llorar las caracolas,
pero el nudo gordiano de lo incierto
soporta la tensión
de vivir vertebrado a la deriva.

Qué tristeza produce el abandono
del inmortal relámpago,
último escalón donde posa el ojo
su mirada de cera derretida.

Y así, sin conocerse,
el labio se reposa entre las sienes.

*Andros