lunes, 17 de diciembre de 2012

Idilio en verde


       
Hay paredes que en silencio lucen con frescura
los brillos de su idilio
mientras otras, menos afortunadas,
perdieron con el tiempo el blancor de su cal viva.

Habitación con vistas,
el verde pondera su dominio en tus fachadas
porque quiso el amor
encarnarse en tus vidrios de obsidiana.

Por eso yo, entre óleos y acuarelas,
como pintor de cámara
me enajeno al llegarme hasta tus frisos.

 Lágrima de rocío en arenal,
el eco inefable de tu voz en la distancia
anima el vuelo de mis plumas rotas.

*Andros





viernes, 14 de diciembre de 2012

Luz en las ojivas


   
En los pasos del tránsito
titilan sus voces los armonios,
se abren las ojivas,
y al calor del hocico de la llama
retornan las tendencias
nacidas del temblor de su ascua tenue.

Con el reclamo fiel
del pétalo que brota de los labios
y la caricia que emerge sonriente,
traslucen las vidrieras
el júbilo agitado de sus soles.

Por ser luz que precede al intervalo
y al efluvio fecundo del pistilo,
he robado los cálices del alba
sin otra pretensión
que gozar de las mieles del invierno.

Perdido entre relámpagos
la cicuta me asciende al pensamiento
con la fiebre bañada en servidumbres,
pero el ángel que apaga los insomnios
no le presta sus alas al agravio.

Así, la mansedumbre
es fruto que madura con afecto
los rigores del tálamo con frío,
sombra vana de un léxico de eclipses
con ojos de mercurio.

Vencido el simulacro,
los refugios abiertos a la niebla
calman su sequía con el flujo que despierta
la sed del desenfreno.

Nada impide ya al sueño sin orillas
alcanzar el banquete deseado.

*Andros


lunes, 10 de diciembre de 2012

Siempre estás en mí



Cuando supe que te ibas,
huérfano quedó nuestro eterno desafío
aquél que juntos esbozamos de la mano
entre negras pesadumbres
desde los claustros de nuestra catedral de piedra.

Cuando tú te fuiste
se hicieron añicos los cristales
que animaban de color nuestras vidrieras,
y desde entonces
una fría soledad cuelga puñales
sobre el pecho estremecido de dolor
evocándome las huellas de tanto sueño lapidado.

Tal vez no exista tiempo ni lenguaje
para empujar mis alas hacia el vuelo
ni nada posterior a ti para recordar el sabor
de tus últimos latidos.

Sólo sé que ausentes las llamas de tus ojos,
la sonrisa que siempre derramabas
pone sol a mis cantiles
a la espera de un futuro abrazo en las alturas.

Y todo,
porque siempre gravitaste sobre el nido de mis hombros
con blandos aleteos de azules golondrinas
derramando caricias de luz, olor y brisa.

*Andros.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Viaje al norte de tus ojos


   
Tus ojos, balcón donde se asoman mis pestañas,
nacieron para ser brillo de estrellas.
El blando furor de su oleaje sigue siendo
la horma donde el lenguaje sustenta
la pasión de sus verbos azulados,
el espejo donde el mar
quiso ser leyenda de malaquita.

Porque vivo sumergido en tus profundidades
no hay en mí horizonte que me frene
ni puerto donde encallen mis escorzos,
y aunque digan que voy cavando vidrios
desde mi éxodo ciego
retornaré a la huella de tus sedes ocultas
haciendo florecer las caracolas
sobre el alba que riza tus oídos.

Desposado con amores de fuego,
busco la luz en el estallido de tus ojos
para calmar la sed que tanto enciende
la noche de mis venas.

En tus ojos, franquicia de mi gozo,
se abren las fronteras de los senderos rotos.

*Andros

viernes, 7 de diciembre de 2012

Cuando callan los latidos


       

     
Al llegarse el otoño
se suceden las noches de labios apagados
y en el tálamo verde de grandes recitales
sólo suenan tambores de silencio.

Bajo esta carpa de soles sin rostro
el frío de los pies
es hábito que viste la memoria,
olvidada suerte de placeres en destierro
condenados al ínclito ostracismo.

Fiel a su condición, parco de brillo,
el tiempo es la condena del pulso inacabado
esbozo de indigencia
nacida en el crisol de la rutina.

Para ser espejo de carnaval
el perentorio brillo
necesita vestir sus lentejuelas.

*Andros