martes, 28 de mayo de 2013

Entre pulsos y distancias

 
Desde el profano ardor de la vejez,
con la memoria a cuestas,
se encienden las arterias
hasta llegar al rojo de la frente
para calmar la sed de los declives.

Es tiempo de añoranzas,
de regresos en círculo al lenguaje
que fuese cobertizo
donde la ingravidez de las promesas
guardaba sus pecados veniales.

Es hora de que el polvo que nos cubre
deje ver en el brillo de los ojos
las raíces del alma,
el canto inaudible del pensamiento
y el acre raciocinio
que vibra en el tudel de las gargantas.

En esta encrucijada de deseos
es bueno preguntarse
si el pulso y la distancia
fueron manantiales ilegibles
que sellaron la voz de nuestras sienes.

Porque al final del túnel,
sólo entre mosaicos y caravanas
puede verse el color de cada huella.

*Andros

lunes, 27 de mayo de 2013

En el teatro de la vida

 
Después de tantos años
rescatándome del vértigo ardiente
que concluye en el frío de las manos,
he vuelto a convertirme
en el tallo de hojas verdes
donde posan su luz los ademanes.

Es verdad, no parezco
ya la imagen del hombre contra el mundo
ni mis sueños se nutren
con éxtasis de mitos alienados
incapaces de intuir
el poso donde fraguan las historias.

Sólo soy un actor,
pero eso sí, actor de sienes blancas
cuajadas en la cruel dicotomía
de ser ángel en vuelo
o quinto jinete del apocalipsis.

En mis ojos, espejos de un naufragio,
ahora pueden verse
la flor de los oráculos,
el insomnio larvado por la angustia
y el grave escalofrío
que aventa sus pavesas
reposando entre nubes de sudarios.

Y así voy, mostrándome
sensible, sin aristas, sin enigmas,
con la mirada fija en el tiempo que se escapa.

*Andros

miércoles, 15 de mayo de 2013

Húmedas palabras


   
Siempre te busqué como agua en el desierto
por estrechos claustros de vigilias,
por senderos de risas que tanto visitabas
con tu sombra azuzando los talones
sin encontrar la voz que respondiese
a cada latido de esta presencia abandonada.

Sobre la frente me brillaba un nido de pájaros dormidos
y de las manos me colgaban racimos de nostalgia.

Estaba tan solo, tan hundido en el silencio,
que el ciego sol de la añoranza -lázaro de sueños-
clavó sus falaces rayos de brillantes
sobre gotas de sed que escondían mi espejismo.

Era como empuñar el aire con los ojos,
como vestirse del azul robado al cielo
convirtiendo la íntima emoción de los costados
en un espejo convergente de lúcidos contrastes.

Y así sigo,
perdido en noches negras de alientos congelados
con una fina angustia coagulada entre suspiros
lejos de ti, sin alcanzarte, a la espera que el azar
me traiga la dulce humedad de tus palabras.

*Andros





Entre dudas y respuestas



No son llamas que nacen de la sed
ni ecos revividos del pasado
los trazos que dibuja la memoria
cansada de vagar por los pasillos
de un ciego laberinto.

¿Acaso los deseos que brotan de las sienes
envueltos en suspiros de nostalgia
son remedos de un sueño de verano
al que un negro anochecer quebró sus alas,
o es la sombra que refleja
la lágrima dorada que rodó
por las paredes del noble sentimiento
al perder su joya más preciada?

¿Dónde se acuna esta duda mantenida?

La levedad del ser es tan frágil,
que sólo se mira en los espejos del vacío.

¿De dónde vienen los grises
que tiñen el azul de este paisaje?

Quién sabe si un suspiro de mujer
marcado por la ausencia,
es la respuesta sellada sobre el viento.

*Andros