En los verdes cristales de tus ojos
se incuban églogas de mar y fuego.
Hay ojos que desnudan el verde en sus mimbrales,
que a pesar de mirar a contratiempo
rozando las paredes del hastío
desbordan torbellinos de esmeraldas.
Desde los arenales de su ausencia
supieron transitar los cortejos de sus sueños
como el cofre que guarda sus bengalas
para estallar en noches de vértigo y secretos.
Hay ojos que entretienen soledades y reposos,
que concitan espejismos de mar,
algo que la razón jamás alcanza
aunque su cordura roce límites profundos.
Y esos ojos, deshojando vientos de lujuria,
son las llamas que convocan ráfagas de encuentro.
*Andros