viernes, 14 de diciembre de 2012

Luz en las ojivas


   
En los pasos del tránsito
titilan sus voces los armonios,
se abren las ojivas,
y al calor del hocico de la llama
retornan las tendencias
nacidas del temblor de su ascua tenue.

Con el reclamo fiel
del pétalo que brota de los labios
y la caricia que emerge sonriente,
traslucen las vidrieras
el júbilo agitado de sus soles.

Por ser luz que precede al intervalo
y al efluvio fecundo del pistilo,
he robado los cálices del alba
sin otra pretensión
que gozar de las mieles del invierno.

Perdido entre relámpagos
la cicuta me asciende al pensamiento
con la fiebre bañada en servidumbres,
pero el ángel que apaga los insomnios
no le presta sus alas al agravio.

Así, la mansedumbre
es fruto que madura con afecto
los rigores del tálamo con frío,
sombra vana de un léxico de eclipses
con ojos de mercurio.

Vencido el simulacro,
los refugios abiertos a la niebla
calman su sequía con el flujo que despierta
la sed del desenfreno.

Nada impide ya al sueño sin orillas
alcanzar el banquete deseado.

*Andros


No hay comentarios:

Publicar un comentario