lunes, 17 de diciembre de 2012

Idilio en verde


       
Hay paredes que en silencio lucen con frescura
los brillos de su idilio
mientras otras, menos afortunadas,
perdieron con el tiempo el blancor de su cal viva.

Habitación con vistas,
el verde pondera su dominio en tus fachadas
porque quiso el amor
encarnarse en tus vidrios de obsidiana.

Por eso yo, entre óleos y acuarelas,
como pintor de cámara
me enajeno al llegarme hasta tus frisos.

 Lágrima de rocío en arenal,
el eco inefable de tu voz en la distancia
anima el vuelo de mis plumas rotas.

*Andros





viernes, 14 de diciembre de 2012

Luz en las ojivas


   
En los pasos del tránsito
titilan sus voces los armonios,
se abren las ojivas,
y al calor del hocico de la llama
retornan las tendencias
nacidas del temblor de su ascua tenue.

Con el reclamo fiel
del pétalo que brota de los labios
y la caricia que emerge sonriente,
traslucen las vidrieras
el júbilo agitado de sus soles.

Por ser luz que precede al intervalo
y al efluvio fecundo del pistilo,
he robado los cálices del alba
sin otra pretensión
que gozar de las mieles del invierno.

Perdido entre relámpagos
la cicuta me asciende al pensamiento
con la fiebre bañada en servidumbres,
pero el ángel que apaga los insomnios
no le presta sus alas al agravio.

Así, la mansedumbre
es fruto que madura con afecto
los rigores del tálamo con frío,
sombra vana de un léxico de eclipses
con ojos de mercurio.

Vencido el simulacro,
los refugios abiertos a la niebla
calman su sequía con el flujo que despierta
la sed del desenfreno.

Nada impide ya al sueño sin orillas
alcanzar el banquete deseado.

*Andros


lunes, 10 de diciembre de 2012

Siempre estás en mí



Cuando supe que te ibas,
huérfano quedó nuestro eterno desafío
aquél que juntos esbozamos de la mano
entre negras pesadumbres
desde los claustros de nuestra catedral de piedra.

Cuando tú te fuiste
se hicieron añicos los cristales
que animaban de color nuestras vidrieras,
y desde entonces
una fría soledad cuelga puñales
sobre el pecho estremecido de dolor
evocándome las huellas de tanto sueño lapidado.

Tal vez no exista tiempo ni lenguaje
para empujar mis alas hacia el vuelo
ni nada posterior a ti para recordar el sabor
de tus últimos latidos.

Sólo sé que ausentes las llamas de tus ojos,
la sonrisa que siempre derramabas
pone sol a mis cantiles
a la espera de un futuro abrazo en las alturas.

Y todo,
porque siempre gravitaste sobre el nido de mis hombros
con blandos aleteos de azules golondrinas
derramando caricias de luz, olor y brisa.

*Andros.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Viaje al norte de tus ojos


   
Tus ojos, balcón donde se asoman mis pestañas,
nacieron para ser brillo de estrellas.
El blando furor de su oleaje sigue siendo
la horma donde el lenguaje sustenta
la pasión de sus verbos azulados,
el espejo donde el mar
quiso ser leyenda de malaquita.

Porque vivo sumergido en tus profundidades
no hay en mí horizonte que me frene
ni puerto donde encallen mis escorzos,
y aunque digan que voy cavando vidrios
desde mi éxodo ciego
retornaré a la huella de tus sedes ocultas
haciendo florecer las caracolas
sobre el alba que riza tus oídos.

Desposado con amores de fuego,
busco la luz en el estallido de tus ojos
para calmar la sed que tanto enciende
la noche de mis venas.

En tus ojos, franquicia de mi gozo,
se abren las fronteras de los senderos rotos.

*Andros

viernes, 7 de diciembre de 2012

Cuando callan los latidos


       

     
Al llegarse el otoño
se suceden las noches de labios apagados
y en el tálamo verde de grandes recitales
sólo suenan tambores de silencio.

Bajo esta carpa de soles sin rostro
el frío de los pies
es hábito que viste la memoria,
olvidada suerte de placeres en destierro
condenados al ínclito ostracismo.

Fiel a su condición, parco de brillo,
el tiempo es la condena del pulso inacabado
esbozo de indigencia
nacida en el crisol de la rutina.

Para ser espejo de carnaval
el perentorio brillo
necesita vestir sus lentejuelas.

*Andros

sábado, 10 de noviembre de 2012

El brillo de tus ojos





                          A Magui, tibia luz
                          en mis noches oscuras.


Mirándote a los ojos
supe de la dicha más perfecta,
del abrazo entre ríos y del fruto que crece
en los benditos campos de tu bendita tierra.

Con el gesto cansado del viejo caminante,
y a tu requerimiento,
el verso me rescata con su pasión sincera
abriendo los encantos del solar
de su olvidada piedra.

Huésped soy de la luz de tus auroras,
espejo donde brillan los verdes de tu hiedra.

*Andros

domingo, 17 de junio de 2012

Los espejos del mar



Este mar que ahora contemplo,
-espejo de berilo y arenas abrasadas-
es testigo furtivo de mis mudos parlamentos,
del tiempo que pasé clavado en sus orillas
esperándote,
                  siempre esperándote,
tras las dolientes rejas del insomnio.


De sus procelosas aguas,
-fuente insumisa de presagios-
emergen a media voz los acordes de tu canto,
deportados de la húmeda ternura de unos labios
obligados a esquivar con displicencia
el roce trashumante del recuerdo.

Viviendo este destierro, un reflujo me desborda
espumas zodiacales de esperanza
y me siento tan fluído, tan jovial,
que el norte impenetrable se torna en fortaleza
carente de cerrojos y espejismos.

Los milagros del mar,
de este mar de cristales bemolado
me desaguan espejos con las llamas de tu rostro,
y en el friso enajenado de las sienes
donde vibran los rescoldos del silencio
llego al éxtasis:

Mis manos posan ya sobre la sombra de tus alas.

*Andros

lunes, 7 de mayo de 2012

Regreso al vacío



En la vena doméstica del tiempo
resplandecen arcoiris de recuerdos.

La memoria, surtidor que abrillanta
el rostro donde duerme la fatiga,
entreabre sus pestañas
burlando del desván de los costados
la nostalgia del vuelo adormecido.

En medio de este júbilo de armiños,
sin fugas y sin lutos,
la conciencia descalza los presagios
envuelta en un lenguaje sin disfraces.

Es hora de maitines,
de elevar el idilio de los mitos
al filo abierto donde las ideas
ganan las esquinas
al vértigo que asola la palabra.

Palabras en axfisia,
que desde las raíces del cartílago
ahuyentan sus semblanzas
confundidas con ecos de murciélagos.

Sus estelas, regreso de cometas,
reverberan el canto
de la imagen que ensalza sus escotes.

Al final, como sucede en los sueños,
todo escapa flotando en el vacío.

*Andros


domingo, 6 de mayo de 2012

Sueños de marfil y cinabrio



Estos ojos míos,
refugio de lunas y pálidas bengalas,
contemplan extasiados nubes de frialdad
en los apagados silencios de la noche.

Por sus estrechos acueductos de cristal
aún transitan las algas del recuerdo
que uncidas al eco de las lágrimas
vacían su sed sobre el andén de la nostalgia.

Pasa el tiempo y nada cambia.

Sigo siendo grito en las espuelas del viento,
carne hueca de festejo, resorte pensativo
enquistado en el quicio marmóreo de la abulia.

En este clima de calma amarillenta,
de amor fosilizado,
espero que el cáliz arenado de la sangre
acantile las sombras del hastío
y trasmine hasta mis sienes
ráfagas rosadas de ilusión.

Sólo así,
sobre una órbita de vuelos de cinabrio,
podré sorber de nuevo en compañía
el idilio de los años jóvenes
cuando todos los caminos alumbraban
las cejas de marfil de mi horizonte.

Sólo así,
podrá brillar de nuevo el alba en mis pupilas.

*Andros

viernes, 4 de mayo de 2012

El silencio de unos labios


 
He visto en tu partida
bebiendo de la sangre del fracaso
llorar a las hojas de los árboles.

Envuelto por azar
en las curvas desnudas de tu vientre,
allá donde la carne se hace fuego
y la lluvia nupcial fluye gozosa,
he probado en el fondo de tu cáliz
la miel de las espigas.

Tú, eras como el viento
que toca su tambor con gesto dulce
en noche apasionada
danzando locamente sin cesar,
agarrada a tu sueño con las manos.

Yo, primavera ardiente de amapolas,
rozando los cantiles de tu piel
asido al sayal de la lujuria
no supe traducirte
al abrirse el silencio entre tus labios.

Por eso, sólo somos el remedo
de un eco de pasión entre dos muros.

*Andros

jueves, 3 de mayo de 2012

Aires de sutileza


 
Tu espléndida silueta,
conformada entre sueños de amatista,
eleva hasta el brocal de los deseos
el inefable gozo
que provoca su luz inimitable.

Nada es tan sutil como el beso núbil
que roza con su bálsamo tus labios,
como una ensoñación que por azar
asciende con sus vuelos de campana
hasta donde la médula
amalgama tus ecos de sirena.

Todo en ti es pasión de cielo y tierra,
un verde paraíso
donde crecen la risa y la palabra.

Por eso los latidos de tus sienes
germinan entre cantos de poemas.

Y es que en tu corazón de lentejuelas
sólo brillan espejos de colores.

*Andros

lunes, 30 de abril de 2012

Por qué te quiero




Tan humilde como el grano de mostaza,
invisible en el hueco de la mano,
es el color de tu existencia
que gravita guardado con amor
más allá de tu abierta geografía.

Cuando supe de ti,
pude calibrar la amplitud de tu medida.
Vivías libremente
con las puertas abiertas, sin dobleces,
limpia de todo mal,
a tus sólidos principios abrazada.

Por los remansos de tus aguas
no discurren sólamente los aires
cotidianos de la desbordada sencillez.
La voz que late en tu presencia
es vuelo desprendido
con ansias animadas de verdad,
que emigra desde la callada intimidad
hasta el verde que brilla en tus cristales.

No eres eco de las sombras
ni tampoco del silencio que corroe.
Todo en ti es callar sabiendo,
alma abierta y sin celada,
labrado laúd de hondo latido,
poesía viva y éxodo al paraíso.

Por eso yo te quiero tanto
y por eso mis aguas se funden con las tuyas.

*Andros

domingo, 29 de abril de 2012

Las raíces del lenguaje



Por las curvas silentes de las noches
se asoman las raíces del lenguaje.

Son como agujas de cristal, espinas
vírgenes que se abisman en la frente
buscando deshacer enredaderas.

Sobre nidos de nácares y sombras
se abren los suspiros de las arpas
y el verbo abandonado entre algodones
se mece con la llama de las velas.

Mientras, el corazón, jardín cerrado,
despierta más allá de sus costados
y un gran alud de soles y cometas
flamea en el papel viejas quimeras.

Pero no todo es sol, ni mar , ni lava:
Allá donde reposan los enigmas,
el insomnio afila su garganta
sobre la mano de alas arrugadas.

Entonces, fatigado el oráculo,
surge el miedo, el miedo a descender
por la escala que ahoga el albedrío.

Es la catalepsia del labio gris
que nunca sacia la sed que clama su desierto.

*Andros                            

"Árido Umbral" en Cáceres (Composición)

sábado, 28 de abril de 2012

"Árido umbral" en Cáceres

 Pilar Morte, J.J.M.Ferreiro y José Luis Preciados en el momento de la presentación de  la Antología Poética "Árido umbral" en el Palacio de Oquendo en Cáceres.
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viernes, 27 de abril de 2012

Promesas de nirvana


     
Una calma sostenida por tenazas de silencio
derrama promesas de nirvana
sobre el álbum donde duermen los recuerdos.

Parece que la vieja conciencia de los astros
cansada de acosar el costado de los sueños
se acerca de puntillas con sus zarcos ojos
para prender una estela de lunas y menhires
en el vientre del tibor donde rueda la añoranza.

Es tanta la quietud con que el cielo se desangra,
que el tiempo remansa su flujo de despojos
escaneando médulas de sombras.

Surge así sobre el muro de las sienes
un témpano de hielo, que apunta sus fusiles
tratando de ocultar  líquidas espinas
tras el rostro de la soledad recóndita.

Pero algo tiene el corazón bajo el pistilo
que conmueve los cimientos de su lecho
conminándole a emigrar hacia su norte.

Es la voz transparente que navega sus arterias
para evitar de nuevo el cisma
que provoca la sed de las heridas.

Y esa voz, enredada entre fórmulas de agua,
orienta el girasol de su delirio
levantando vuelos con rumor de caracolas.

*Andros

martes, 24 de abril de 2012

Triste devenir


 
El hombre va rodando cuesta abajo
de la mano del tiempo que se escapa.

Sin saberlo, exprime sus esponjas
obstinado en alcanzar una gloria
que siempre le conduce
a dormir bajo el techo de una cripta.

Su camino, poblado de serpientes
ocultas en la sombra,
se acompaña de vidrios y malezas
que nunca dejan ver
el rostro que insinúa su destino.

Y aunque siempre persigue su regreso
esclavo de sus fugas,
su bitácora viste de retales
de aviesas intenciones,
de arcadas que coronan su declive.

Así vive, con ansias de ser pájaro,
en vuelo por las rutas del asombro
hurgando los secretos
de un cielo que le cubre de cenizas.

Sólo el exilio en pos de la verdad
que tanto se resiste,
le da sentido al curso de su historia.

*Andros

lunes, 23 de abril de 2012

Un hombre nuevo


 
Tanto tiempo entre labios apagados
doblando las esquinas de la nada,
olvidado del mundo
sobre ascuas de dolor fosilizado,
me hicieron comprender lo inevitable.

Se fueron derritiendo los silencios
al paso, sin remedio,
compartiendo el martirio de las horas
con los sueños azules
y el nudo en la garganta del recuerdo.

Un negro devenir hecho jirones
brotaba desde el centro de mí mismo
ahogando lentamente los deseos,
que buscaban su aliento
en las fuentes cegadas del instinto.

Pero nadie abandona en su cabeza
el viento de los ecos
ni el ansia venatoria de la carne.

Por eso he conseguido regresarme
con todos los matices
al lugar donde funden iceberes,
donde el amor es grito
y no tiene cabida el desencanto.

Bajo este mirador de rosas blancas
sucumbe el celibato
gestado en el crisol de las ausencias
mientras el canto agónico
fluye su sed de nuevos parlamentos.

Sin fugas ni distancias
la elegía se viste de risas y de luces.

*Andros

jueves, 12 de abril de 2012

Un lienzo por pintar


 
La palabra, salpicada de sueños,
despierta las auroras
con la luz de sus blancos alquiceles.

Burlando las orillas del crepúsculo,
enarbola su aliento solidario
en ronda de gorjeos
y estalla en el aire, ebria de vida,
ajustada al ritmo de sus nácares.

¿Cómo puede ceñirse
el fajín de su rango libertario
al talle de una esfinge amordazada
que rueda desbordando soledades?

Sólo el regreso al crudo raciocinio
desvela su linaje
para que desde el loto visionario
se vislumbre el rumor de los eclipses.

El eco naufragado de la voz
libera su descanso
en las dunas flotantes del silencio
y nutre su caudal
donde el amor no vive prisionero.

La palabra, como una vía láctea,
dibuja sus estrellas
sobre el lienzo que brilla en lo imposible.

Así nacen en ella
los mensajes que bordan parlamentos.

*Andros

martes, 10 de abril de 2012

Todo tierra



El libro de la vida
describe su odisea
al ritmo de un volar de mariposas.

Aunque el alma que sueña no es de piedra
ni su vuelo tiene alas de cartón,
la carne, siempre débil,
evita cobijarse
en el vientre de un cántaro de estelas.

Por eso en la falaz dicotomía
-razón o sentimiento-
nada fijo prevalece:
Es visión que se escapa de las manos.

Se busca el equilibrio
desde el canto del pájaro
hasta el eco vital de las neuronas,
sin obviar los remedos del Parnaso.

Pero el pulso no sella la antinomia
y al final, todo es tierra.

*Andros

sábado, 7 de abril de 2012

Voces amargas


 
Hay palabras sin tacto,
-despojos de las sienes-
que asoman el color de sus infiernos
cuando el vicio fermenta entre cenizas.

Son flechas desafiantes
envueltas en acíbar
dispuestas a clavar en los oídos
los oscuros mensajes de su pobreza.

Debajo del barniz de su hojarasca
sólo hay olor a tierra
y aunque a veces se adornan con disfraces
de charoles y pámpanos,
sus brillos matizados
corroen la sumisa inteligencia.

Hay palabras que tienen mal aliento,
que esconden su cilicio
en el puño cerrado de sus ecos
buscando un barandal donde apoyarse.

Esas palabras sólo se tatúan
sobre el labio de un viento enajenado.

*Andros

Voz callada


 
Tu silencio de roca, tan perpétuo,
es alfanje que sesga la esperanza
de cielos que liberan golondrinas
entre velos flotantes de obsidianas.

Con su frío de gris invernadero
un dédalo de dudas y tinieblas
se cierne con sus vidrios azogados
sobre el cáliz caído de tus fugas.

Ver tu silueta íntima y rotunda
desprendida del aire, sin color,
apurando sonrisas minerales
incita a los brazos del instinto
a romper el idilio que le agita.

¡Qué fría es el agua de tu cauce
y la paz que sostiene tus latidos!

Parece que tu calma tiene esquinas
de cansancio donde se multiplican
los afectos que manan soledades.

Pronto deberás abrir los límites
que guardan la savia de tu perfil,
porque no lucen rojas las vidrieras
si el crepúsculo ciega las arterias.

Entonces, dejarás de ser la voz
donde el tiempo amasa sus escombros.

*Andros





















viernes, 6 de abril de 2012

Tiempos laxos


   
El tiempo permanece embalsamado
en el oasis de la supervivencia.

Las horas en silencio
copulan en largos intervalos de evasiones
con el gesto enmascarado, hasta el punto
que la soledad del aliento se vuelve táctil
a pesar de abrazarse con el éter.

En el rostro del aire
tiembla la desnudez de los designios
y en el límite abierto de las fugas
el riesgo que se asume
bebe la razón de los ojos ciegos.

La sed de azul que filtran las murallas
para tapiar vacías apariencias
se derrama doliente
sobre la intumescencia del hastío
al no vestir el arco de las sienes.

Paisaje de desierto es el que espera
al labio abandonado
que se anuda a la luz de un espejismo
huyendo del calor
de una fosa flotante de volcanes.

Quien viste su alborada de indolencia
verá su dignidad entre rastrojos.

*Andros

jueves, 5 de abril de 2012

Aires de saeta



En el atrio al que sube una saeta
la calma se desnuda.

Su grito, definido por la sangre
que cala las conciencias,
pone paz en todos los rincones
alumbrando su fiel epifanía.

Mensaje de laurel,
su luz abrasa el aire y su voz
oculta en la garganta
despierta las raíces del impulso
entre sístoles que abren penitencias.

La saeta, velero
que navega las aguas en silencio,
pasea su estirpe de nervio y fuego
en noches nazarenas
hasta el alfa que encierran los oídos.

Su vértigo de rosas, sus espinas,
trascienden los aljibes de la sed
y hasta el grano dorado en la amargura
ordena sus latidos
buscando un corolario de armonía.

¿Qué tendrá la saeta
que en las noches de abril
eterniza el redoble de sus ecos?

La saeta es mucho más que un guiño
que sonríe a los ojos del encuentro.

*Andros

Tras el eco de las fugas



Voy siguiendo las huellas de tus pasos
como pájaro herido entre zarzales,
la voz hecha jirones
y el temor desangrando la memoria.

Evadido del canto,
con este caminar nebuloso
sólo busco la sombra de tu rostro
en las gotas de aire
donde brillan los mágicos recuerdos.

La curva de los años
alcanza su inflexión en las arrugas,
-espejo de lo efímero-
en el romántico azul de los sueños
y en el rastro cruel del remordimiento.

Asomado al abismo, me resigno
a ser viejo retal
que se teje entre relojes parados.

Y es que desde este pobre invernadero
sólo la ascética del sufrimiento
se acompaña del eco de las fugas
y sus paseos de misantropía.

Sobre este mar de sal
mi intimidad se cuelga de la tuya.

*Andros

miércoles, 4 de abril de 2012

Tiempos difíciles


     
Este tiempo de agravios y de escombros
que muerde sin pudor
las despojadas manos de los hombres
enciende su dureza
con la fiebre creciente del olvido.

Perdidas en las calles
hay tantas vidas incubando miedos,
recostadas en ciegos laberintos
bebiendo de los cuencos del desprecio,
que sólo la amargura
se encadena a la huella de sus pasos.

Son pavesas al viento
nacidas en los desvanes fríos,
pájaros malheridos
con venas vacías
en nidos bajo aleros de cartón.

Temen tanto a los brillos del pasado
como al yugo que les hace transeúntes
de un mundo veleidoso,
y de sus alas rotas
sólo penden las ascuas de la nada.

Caminan entre ausencias
como espectros que van a la deriva
y en sus sueños de luna
andenes de pedernal alientan sus auroras.

Como testigo de su calvario y sus misterios
sólo pido para ellos el pan
que se amasa en la flor de la ternura.

*Andros

martes, 3 de abril de 2012

Verdes añoranzas


     
Qué largas son las noches del invierno
envueltas de añoranzas,
si el cuerpo que se anuda a sus instintos
se viste con la quietud de la roca.

Cómo flota en la magia de los sueños
el idilio secreto de sus ecos
esperando que un galope de amazonas
alcance locamente con su danza
el placer de llegarse a sus ijares.

El delicado roce de las sábanas
enardece la piel
al recordar el baile de las manos
sobre el ansiado vientre
donde arden de pasión los humedales.

Al darme a los abrazos con acento,
la brújula falaz del onirismo
me conduce hasta el norte de unos ojos
evadidos de un bosque de esmeraldas.

Y así me veo, persiguiendo ausencias,
apostado en la sombra de una vela
como el canto de un pájaro sin voz.

Sólo en la sístole del reloj que nunca duerme
cobran luz mis cifrados espejismos.

*Andros.

lunes, 2 de abril de 2012

De voces y sarmientos


   
He sentido en las manos de mis padres
el calor que sostiene la ternura
porque siempre cercano a sus umbrales
supieron inculcarme
el latir de los jóvenes sarmientos.

Su recuerdo, reloj de la alegría,
va prendido del brillo de sus iris
y por eso se enciende mi palabra
bajo el capitel de la soledad
con la voz de su sangre.

Soy testigo legal de su evangelio,
-espejo de quimeras y remansos
de pasos ambulantes-
que comparte la paz de su silencio
con el nácar florido de los sueños.

Bajo el cielo estrellado de las lágrimas,
como delfín atrapado entre redes
atadas al vacío,
he vivido el horror de las tormentas
justo al pie donde yacen sus estatuas.

Desde entonces, los vientos de sus alpes
sacuden con furor
el tambor donde duermen los poemas,
como si fuesen duendes
prestos a apuntalar su pensamiento.

Y yo, égloga al hombro
derramo la luz de sus ojos ciegos.

*Andros

Abril ríe


 
En las últimas gotas del invierno
quedaron encerrados los insomnios,
y el canto de las letras
confinado entre viejos pergaminos
renació ante nuevos desafíos.

Sin el sol que acaricia los sentidos
ni el deseo que lleva a rescatarse,
es difícil intuir
la vena migratoria de los vuelos.

Sólo cuando el silencio se hace grito,
cuando la voz madura entre los labios,
el lenguaje abandona su ostracismo
para lucir el brillo de su aliento.

Nace así, bajo techo,
abril de lunas blancas
con melena de risas y acuarelas
dispuesto a ser vehículo de afecto
más allá de sus propias vibraciones.

Con el olor a jara
regresan fantasías a la mente
y el verso, de puntillas, dobla esquinas
apurando hasta el mínimo recodo.

Es el despertar de un vuelo sin alas
que a sonreír convoca,
del júbilo indolente,
del renacimiento de la piedra cautivada.

Es el agua que calma la sed de los desiertos.

*Andros

Las razones de tu ausencia


 
No sé porqué el paisaje
se me extiende con fugas de océanos,
porqué las noches ruedan sus ansias de rubíes
queriendo ser bengalas
que buscan armonía en la memoria
de una voz apagada por el tiempo.

No lo sé, sólo sé que el silencio que me habita
conduce al pensamiento
a los pies del mármol donde crecen los recuerdos.

¿Acaso es el pulso derretido el que solfea
la nula fertilidad del sueño,
o es el poro de la incertidumbre
el que ataca las íntimas esencias?

Sea como fuere, bajo el párpado que duerme
náufrago de horizontes
siempre crecen espigas de consuelo,
latidos que en voz baja
propagan la fuerza temblorosa del amor.

Y así estoy, con el vuelo cerca de las sienes,
esperando, siempre esperando escuchar el eco
donde yacen las razones de tu ausencia.

*Andros (26-III-2012)

domingo, 1 de abril de 2012

Las raíces del silencio



La mirada esquiva que se esconde
al amparo de un sórdido silencio
crea un nudo en la garganta
aunque se suelten las bridas
que ponen freno a la palabra.

La sombría soledad no descansa,
emerge indolente sin pausa,
y la honda intimidad
celosamente guardada se despierta
al socaire del albedrío soñado.

Desde este predio abandonado
reverdece el viejo desaliento
sin bálsamo que lo alivie,
se van cerrando caminos
y la oscuridad se cierne
sobre los cansados ojos.

Mientras este árbol siente desvestirse,
sus raíces con furia desatada
buscan la verdadera razón
que es ataúd de su destierro.

En este universo gris y contenido
donde las voces son como desiertos
y la timidez pone brillo a los sollozos,
un grito azulado lleno de dulzura
quiebra delirios y extiende su fuego
por las estrechas márgenes del olvido.

Es la raíz que brota con fuerza
-espejo de la verdad oculta-
cambiando la faz
del silencio en el que estaba abandonada
por el eco transparente de la luz
que reposa en sus umbrales.

La soledad, alejada del rumor helado,
se levanta en los brazos de un arrullo.

*Andros

Habla el rostro del olvido



Es difícil volver la vista atrás
sobre todo si el tren de la memoria
circula por raíles oxidados.

Con la frente dormida,
la voz robada y las manos yertas,
en el ámbito hueco de las luces
sólo brillan las ojeras.

El rostro de los vuelos se retrata
con luto en los espejos del espectro,
como péndulo roto
que cuelga del grillete de las horas.

Estéril panorama el que contempla
el labio nebuloso, cuando a ciegas
derrama la soledad de su grito
hasta el último vidrio de su sangre.

Se apagan los latidos de las conchas
y rompen a llorar las caracolas,
pero el nudo gordiano de lo incierto
soporta la tensión
de vivir vertebrado a la deriva.

Qué tristeza produce el abandono
del inmortal relámpago,
último escalón donde posa el ojo
su mirada de cera derretida.

Y así, sin conocerse,
el labio se reposa entre las sienes.

*Andros

martes, 27 de marzo de 2012

Verso a la fuga


 
En este palpitante devenir
de luces y de sombras,
he sentido en los ojos de la noche
la fatiga del pensar paciente.

El pulso de las velas
y las voces del hambre,
-desde el temor que lleva al abandono
hasta el llanto que fluye soliloquios-
son testigos de fiebres y de ojeras.

Con la pluma en la mano
y el ingrávido rostro circunflejo,
he buscado el color de la palabra
en los besos huídos
y en las flores ajadas del recuerdo.

Pero el léxico vivaz se acantila
entre cenizas, lejos,
muy lejos de la lámpara de cuarzo
donde el amor brillaba mariposas.

Es por eso que están muertas las horas
durmiendo turbios sueños que no acaban.

Es por eso que en un latir de labios
sólo ruedan los copos del vacío.

*Andros

lunes, 26 de marzo de 2012

Vida al verso



 El verso, rojo de pasión y fuego
navega por el río de la sangre
sellando entre las almas
el brillo de su nácar transparente.

Inmaculada huella la que enciende
un acordeón de liras y sonetos
si el constelado labio ve crecer
la fórmula del gozo
en el clima del beso y la mirada.

Una corola azul, tímido aliento,
se aposenta en los ojos del poema
para dejarnos ver
el pálpito sediento de su alero,
porque allí donde los sueños espigan
la flor de su linaje
siempre ríe el canto de los pájaros.

Delirio de almíbares en el aire,
pezón que mana efluvios de ternura,
el verso es mano amiga
que entre sedas desliza su palabra.

Cómo sabe el poeta
que atándose a sus fugas, siempre el verso
hará girar sus ruedas de molino.

*Andros



domingo, 25 de marzo de 2012

Recreando sueños



Hoy he vuelto sobre mí, entre suspiros,
a vibrar con los ecos de tu voz
buscando en el charol de los espejos
el sol de la ternura,
los ojos del cielo, tu blando aliento.

En nuestro hogar de luces y extravíos
donde reinan las quimeras,
no son curvas las fugas, las distancias,
pues la paz que apacigua nuestros rostros
se viste con el blanco de sus alas.

De ti, a cada instante,
brotan las esencias de tacto y miel
que van desde tus leves cataratas
hasta el fuego que enciende mis pupilas.

Por eso tu estandarte
se adorna con la flor del equilibrio
y en los rojos tapices de tus labios
sólo crecen  besos de coral.

Al cruzar nuestras manos
danzando como cisnes,
volvemos a los sueños de gacelas.

Todo es ya conjunción y sentimiento
y por eso nos brillan las auroras.

Somos agua de un mismo río
que eterniza en el mar los ecos de un cortejo.

*Andros  

viernes, 23 de marzo de 2012

Aires de soledad


Apacible, la soledad dobla las esquinas
de las distancias cortas
esas distancias donde se ahogan sin remedio
las quimeras que habitan en sus fugas.

Y aunque aúpa su gozo con el brillo del lenguaje,
el frío no la invita a presentir
los placeres que encierra el juego de las letras.

Busca la voz dormida
que sestea entre azules madrigales
con la esperanza vana de acallar
el pulso donde nacen los eclipses.

Y no resulta fácil
encontrar en la palma que guarda la memoria
todo el acervo de las almas de interior roto,
porque el aire que habitan los encuentros
es aire que desborda su sed de escapularios.

La soledad, de tanto mirarse en sus adentros,
resbala en las paredes de su sombra.

*Andros

El amargo precio de la ausencia




La pluma se resbala entre mis dedos,
el hueco de la mano está vacío,
se me ha convertido en una isla.

Es el obligado estipendio pagado por tu ausencia.

No existe verdad cautiva que nos aleje
ni falaz mansedumbre que nos acerque,
sólo pervive el lenguaje de tactos
única raíz vertebradora de inveterados sueños.

Han quedado romas las palabras
al socaire de sombras que flotan en las sienes,
y su mudez es alfombra extendida
por las lejanas esquinas que conducen al olvido.

Por eso estoy así,
en caída vertical hacia el abismo impenetrable,
escuchando los oscuros rumores que el silencio
va dejando entre grietas de sollozos y lamentos.

Por eso en los odres de mis lágrimas,
-cuencos de soledades-
sólo brillan espumas de olas muertas.

*Andros

jueves, 22 de marzo de 2012

Siembra


     
He cruzado tan lleno de contento
por las lúbricas aguas de tu río,
que laso de remar, me escalofrío
ardido por el fuego de tu aliento.

Llenaste todo el campo de albedrío
regando con su lluvia el dulce gozo,
y con primor, el agua de tu pozo
trajo el fruto a mis tierras en estío.

Luego hice hondo surco en tu pradera
lanzando ciegamente mi semilla
al brotarme la nueva sementera.

Ahora, lleno de especial cuidado,
deseo que se llegue hasta tu orilla
el viento de mi verso enamorado.

* Andros

...Y siempre soñar



Viviré sobre el carro de los sueños
aunque larga me sea la andadura.

El acre desaliento que  me llega
es látigo que azota como el viento
las negras soledades de la noche.

Noche callada, noche silenciosa
que atraviesa de frío la garganta;
río de sangre que congela el pecho
con la palidez de la fiebre.

Pero hay espejos en el Cielo
que encienden con sus brillos
esas dolientes sombras en la piedra
porque el alma necesita del cantar
dando vida de nuevo a la palabra.

Ay, cantos recordados del otoño
que tallásteis de sueños mi memoria,
fuente inagotable de claros versos,
dulce vino, besos, ojos de lluvia,
manos que acarician la tierra seca,
piel desnuda, llama ardiente de placer,
lágrimas rosadas de esperanza,
río sin cauce, rueda que no gira,
camino de nostalgia y fantasía...

Ay del pasado, presente y futuro
pintado sobre el cristal de los sueños.
Os viviré.Os daré vida eterna,
porque una flor retoña cada día
en el fondo de mi pecho.Su aroma
es fuente que ilumina la palabra
y me enciende los fuegos del deseo.

Por eso sigo al sueño de mis sueños.

*Andros.

miércoles, 21 de marzo de 2012

El color de la verdad



No es blanca la verdad, no es blanca,
aunque la mano diligente,
la frente despejada y la mirada descalza
juntas recorran el camino, muy juntas
para encontrarla.

La línea que perfila el horizonte
se hace oblícua, distorsionada
por el velo que cae sobre los ojos
al despertar de una lágrima.

Cada momento que se respira,
cada instante que se palpa,
establece una fuente de discordia
entre la realidad desnuda y fría
y aquéllo que la razón demanda.

Así se alimenta el mundo de las sombras
golpeando las tímidas esencias,
que enraízadas en el noble sentimiento
tratan siempre de aflorar sus ansias.

Pero surge el hastío indeseado
al ver que el objeto de los sueños
se convierte en entelequia inalcanzable
a pesar de la búsqueda incesante.

En esta contínua lucha se mueve el hombre,
perdido entre soledades y silencios
y abocado a un devenir tan resbaladizo
que siempre se le escapa entre las manos.

*Andros

Ojos como antorchas



 Son tus ojos brillantes esmeraldas
remedando la faz de mi esperanza;
su profundo mirar es tan sereno
que hasta el aire se viste de ternura.

Si ahogado me encuentro entre silencios
o perdido me dirijo hacia el abismo,
tus ojos generosos son la guía
donde sacian su sed mis pasos ciegos.

Ojos verdes de ensueño, fresca hiedra
que ilumina los muros de mi templo
con la llama inextinguible de su luz:

¡Despertad sin temor al alma dormida,
que agitada entre sueños se estremece
con llanto por gozar vuestra mirada!

*Andros


martes, 20 de marzo de 2012

Y el amor se hizo cantar


 
Me nace un nuevo canto cuando al verte
te contemplo rompiendo en alborozo.

Eres la paloma que sobrevuela
dibujando con blandos aleteos
los rayos que iluminan mis pupilas,
y hasta el negro silencio que me asola
se rompe con rumores de sirenas
que son los arrumacos de tu voz.

 Y al llegarte hasta mí con tanta fuerza,
cicatrizas las huellas que en el alma
mostraban su semblante adormecido
cual fantasma que vaga entre tinieblas
cubriendo su dolor entre suspiros.

 Eres fresco aliento de los ángeles,
lluvia generosa de abril que riega
las ciegas soledades del páramo
que tras un arlequinado telón
ocultaba sus íntimas carencias.

 Por todo ello y muchas cosas más
quiero ejercer el rito de cantarte
y hacerme ruiseñor de madrugada.

Qué el canto de pasión enardecida
que brota del volcán de mis entrañas
ponga más brillo al verde de tus ojos
y llene de esplendor tu rosa blanca.

*Andros

lunes, 19 de marzo de 2012

El valor de lo imposible


Traías la mirada colgada a un imposible,
la voz callada, sin respuesta,
calzando tus ausencias a lo largo de las sienes.

Ni el azul del mar, ni su brisa calma
conseguían alejar tu pensamiento
de la impenetrable niebla que envolvía
los muros de hormigón de tu jardín cerrado.

No, ni el mar, ni su brisa,
ni tampoco la cálida ternura de unos besos
podían intuir el destierro de tus vuelos.

Todo tu ser era el reflejo helado de la nieve,
del ciego desencanto,
y tus manos, tus manos eran dos guijarros
incrustados en los amargos huecos de una herida
esmaltada por el añil de la tristeza.

Me pareciste agua que mueve molino
y nunca vuelve
porque mi encendido abrazo fue perdiendo su calor
como se pierden los caprichos
cuando ruedan sus vanos sueños
por las grasientas espumas de una sucia alcantarilla.

Y tus alas, vacías de efusión,
abrieron el crisol de sus helechos
como vientos sin ecos
sin otra voluntad que ocultar sus bambalinas.

Sólo yo y el reposo de las rocas
atestiguan la sal que confunde tu memoria.

*Andros

viernes, 16 de marzo de 2012

Sólo el amor abre la mano


   
Cómo puede el pensamiento alcanzar su plenitud,
deshojar la invisible voz de su conciencia
si en el cóncavo azimut de los costados
sólo laten cerrojos de silencio.

Las ansias amarillas del recuerdo enajenado,
tanto tiempo invernadas en las sienes,
enhebran azogados collares de mercurio
despertando en el flujo vertical de las palabras
el aspecto febril de su rostro demudado.

Sólo el amor,
cálido elixir de melódica dulzura,
con su atávico léxico de fusas y corcheas
podrá regenerar desde el verde de su rama
el oscuro cauce de las sombras.

Sólo así,
lejos del vértigo espinoso que a callar invita,
el alma se libera del nudo que ahoga su garganta
y el verso se vacía por el hueco de la mano.

*Andros

El peso de los mitos


Esclavo de pecados capitales,
agitado en un río sin espejos,
he sentido la voz del abandono
en el cráter vacío de los ecos.

Por eso, inquilino de la niebla,
busqué tus manos entre mis adarves
en el sitio donde crecen los sueños,
allá donde las lunas de marfil
cristalizan la piel de sus armiños.

En mi rostro brillaban las estrías
como si un látigo desgavillado
hubiera disparado su calima.

Y tú, estabas allí como siempre,
sin mirarte, asomada al cielo,
con el labio buscando la otra orilla,
muy feliz, dibujando escalofríos.

Ahora, repasando la memoria
esmaltada de blandos arambeles
nos sacude su aliento el viejo mito:

Somos cantos rodados oscilantes
sobre lechos de arenas movedizas.

*Andros

jueves, 15 de marzo de 2012

Hierve la verdad


Atrás dejé olvidados los inviernos
con sus noches de insomnio
y sus aires de roca
obstinado en volver hacia el refugio
por las cerradas curvas de las sombras.

Con los ojos arañando el horizonte
he sacado a pasear
la voz de la palabra,
cansada de habitar abandonada
en los ocres espejos de la frente.

Ahora voy con el tesón al hombro
vertiendo de mi cáliz rebosante
las hambres del paisaje,
el llanto ceniciento de los hombres,
y el frío del silencio
para afirmar la rótula volátil
que articula en el verso su esqueleto.

Cierto es lo que se dice:
Al final de la ruta
no se escuchan los ecos de las horas
ni el aliento frustrado de los vuelos,
sólo hierve el color de la verdad
vistiendo las palabras.

Por eso mis afanes
agitan sus bridas de libertad
tras las voces  llovidas de ternura.

*Andros

El poder de la palabra


La lluvia de palabras amorosas
que le llegan florecidas
al rastrojo de mi nublada frente,
siembra luz azulada de pasiones
sobre el alcázar cautivo del instinto.

Se rompen las barreras del silencio
y se encienden los lívidos reflejos
a pesar del rigor de la anestesia
que les empuja a las fauces del olvido.

Sólo quedan en mí las cenizas
apagadas de una absurda rebeldía,
de una cerrazón impenitente
convertida en isla marginada
carente de color y de esperanza.

Pero este clamor indescriptible,
como un redoble callado de timbales,
acaricia sin la más mínima tregua
las paredes de este corazón de mármol
tanto tiempo abrazado a las espinas.

¡Qué gran poder tiene la palabra
si se teje de amor universal!

*Andros

miércoles, 14 de marzo de 2012

El tiempo y su huella


Aunque el tiempo sacuda tu perfil
con surcos que te agrieten las arenas,
las bellas esmeraldas que te adornan
brillarán más allá de sus fronteras,
inmutables, hurtando tu reposo.

La fuerza de tu imagen no prescribe,
se muestra insobornable como estatua
que sustancia su beldad con el grito
sumiso que evidencia su silencio.

Envuelta tu presencia entre la niebla,
en vigilia la luz de tus deseos
y caduco el almíbar de tu vientre,
las huellas que el paso de los años
impriman en tu verde geografía
pulirán tus centros, tus esquinas,
hasta alcanzar dueña de ti
el cansado rumor de la otra orilla.

Y ya no habrá granito en tu paisaje:
Sólo una flor de luz entre tus labios.

*Andros

lunes, 12 de marzo de 2012

En carne viva


     
                            "En el cáliz de mi rostro descansan
                             las angustias que marcan las ojeras"                                        

Por temor a caer en el olvido
poco a poco me voy deshilachando.

Hiberna la difusa silueta de mi sombra
como la cola castrada de un cometa
dispuesta  a  recorrer en su destierro
el frío desolado del insomnio
sobre el lecho que aguarda su fatiga.

Los huecos espectrales de las manos
muestran su vacío
buscando llenarse de utopía
porque el miedo a no reconocerse
acecha colgando sus puñales
en la soledad de los dedos calcinados.

No puedo caminar, aunque camino
sabiendo que la estela que dibujo
se puebla de pasos apagados
y que el humo volado de mi incienso
ni siquiera alcanzará el abrazo de las nubes.

Por eso no le canto ni a la rosa
ni a la espiga.

El canto que me rueda por los ojos
se viste del rojo de la sangre,
de la sangre que me abrasa en carne viva.

*Andros