jueves, 12 de abril de 2012

Un lienzo por pintar


 
La palabra, salpicada de sueños,
despierta las auroras
con la luz de sus blancos alquiceles.

Burlando las orillas del crepúsculo,
enarbola su aliento solidario
en ronda de gorjeos
y estalla en el aire, ebria de vida,
ajustada al ritmo de sus nácares.

¿Cómo puede ceñirse
el fajín de su rango libertario
al talle de una esfinge amordazada
que rueda desbordando soledades?

Sólo el regreso al crudo raciocinio
desvela su linaje
para que desde el loto visionario
se vislumbre el rumor de los eclipses.

El eco naufragado de la voz
libera su descanso
en las dunas flotantes del silencio
y nutre su caudal
donde el amor no vive prisionero.

La palabra, como una vía láctea,
dibuja sus estrellas
sobre el lienzo que brilla en lo imposible.

Así nacen en ella
los mensajes que bordan parlamentos.

*Andros

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