domingo, 1 de abril de 2012

Habla el rostro del olvido



Es difícil volver la vista atrás
sobre todo si el tren de la memoria
circula por raíles oxidados.

Con la frente dormida,
la voz robada y las manos yertas,
en el ámbito hueco de las luces
sólo brillan las ojeras.

El rostro de los vuelos se retrata
con luto en los espejos del espectro,
como péndulo roto
que cuelga del grillete de las horas.

Estéril panorama el que contempla
el labio nebuloso, cuando a ciegas
derrama la soledad de su grito
hasta el último vidrio de su sangre.

Se apagan los latidos de las conchas
y rompen a llorar las caracolas,
pero el nudo gordiano de lo incierto
soporta la tensión
de vivir vertebrado a la deriva.

Qué tristeza produce el abandono
del inmortal relámpago,
último escalón donde posa el ojo
su mirada de cera derretida.

Y así, sin conocerse,
el labio se reposa entre las sienes.

*Andros

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