viernes, 6 de abril de 2012

Tiempos laxos


   
El tiempo permanece embalsamado
en el oasis de la supervivencia.

Las horas en silencio
copulan en largos intervalos de evasiones
con el gesto enmascarado, hasta el punto
que la soledad del aliento se vuelve táctil
a pesar de abrazarse con el éter.

En el rostro del aire
tiembla la desnudez de los designios
y en el límite abierto de las fugas
el riesgo que se asume
bebe la razón de los ojos ciegos.

La sed de azul que filtran las murallas
para tapiar vacías apariencias
se derrama doliente
sobre la intumescencia del hastío
al no vestir el arco de las sienes.

Paisaje de desierto es el que espera
al labio abandonado
que se anuda a la luz de un espejismo
huyendo del calor
de una fosa flotante de volcanes.

Quien viste su alborada de indolencia
verá su dignidad entre rastrojos.

*Andros

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