sábado, 7 de abril de 2012

Voz callada


 
Tu silencio de roca, tan perpétuo,
es alfanje que sesga la esperanza
de cielos que liberan golondrinas
entre velos flotantes de obsidianas.

Con su frío de gris invernadero
un dédalo de dudas y tinieblas
se cierne con sus vidrios azogados
sobre el cáliz caído de tus fugas.

Ver tu silueta íntima y rotunda
desprendida del aire, sin color,
apurando sonrisas minerales
incita a los brazos del instinto
a romper el idilio que le agita.

¡Qué fría es el agua de tu cauce
y la paz que sostiene tus latidos!

Parece que tu calma tiene esquinas
de cansancio donde se multiplican
los afectos que manan soledades.

Pronto deberás abrir los límites
que guardan la savia de tu perfil,
porque no lucen rojas las vidrieras
si el crepúsculo ciega las arterias.

Entonces, dejarás de ser la voz
donde el tiempo amasa sus escombros.

*Andros





















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