domingo, 19 de junio de 2016

Divisarse en el tiempo


El éxodo del tiempo blanquea las pestañas
y por cada minuto que fluye entre sus fugas
se agigantan audaces los recuerdos.

Así veo enredarse en su manto a las arañas,
formarse un acueducto en mis zapatos,
sentir, en fin, el pálido brillo en los espejos.

Es la inexorable metamorfosis del rostro
que diluye la noble conciencia de su furia
dejando en su lugar la soledad de un rastrojo.

*Andros

viernes, 20 de mayo de 2016

Hurgar en el tiempo que reposa


                 
                          Si alguna vez tu sueño se derrumba
                          busca un poco de luz en tu ventana,
                          prométete a ti mismo un arcoiris
                          volviéndote a soñar otra mañana.
                                                (REFLEXIONES)


En el tímido baile de los pasos
proliferan los velos de medusas
mientras el tiempo, con sus ojos ciegos,
ahoga la inquietud de las caricias.

Mudos están los gallos de los amaneceres,
no hay manos que circunden los idilios
y las viejas golondrinas de Bécquer
olvidaron su vuelo solidario
replegadas en alas de silencio.

Con este panorama ya no manan las fuentes
ni el alba se contempla en sus espejos,
todo se orienta hacia los vacíos más profundos
en un terrible afán de escapar aguas abajo.

Y así, con la vida desangrada a contratiempo,
el corazón roto se desborda en soledades
luciendo sólo en su lugar coágulos de angustia.

Ojalá en el regazo dormido de este eclipse
vuelvan a incubarse églogas de río.

*Andros

viernes, 14 de agosto de 2015

Cuando la mano se pierde en el vacío



                                    Dónde se alimenta la soledad?
                                            Tal vez en la lujuria que crea la distancia.

Llamé a la puerta de la indiferencia
para saber mejor del sufrimiento,
del silencio que fragua en las ojeras,
del tímido escarceo que se pierde
entre anocheceres de lunas rojas.

A pesar de tener la mano abierta,
la obviedad aparece tan remota
que su fe se derrite entre los ojos
mientras que la temida sinrazón
sigue calzando sus zapatos rotos.

De qué sirve enhebrar las agujas del lamento
si el azul que se pretende a lograr no alcanza.

*Andros

domingo, 2 de agosto de 2015

De pez a anfibio o morir en el intento


Los ojos de pez proliferan en las inercias
como arma de contagio inevitable
donde vierte su sed la crueldad de la mordaza.

Nadar contra corriente supone tal esfuerzo
que la falta de oxígeno enardece las sombras
mientras la luz, la añorada luz de los escorzos
esconde sus ansias en los límites del sueño.

La longevidad crece en un río sin orillas
y el seco leño consume su fecundidad
entre los excrementos de halcones amarillos.

Desde el alminar de la obediencia, los empeños
sólo muestran en su faz la voz de la ceguera
y en estas sucias aguas se ahogan los anfibios
como víctimas eunucas  presas de parálisis.

Y ya no quedan más que madejas de lamentos
títeres ciegos entre apocalipsis de miedos.

*Andros 

viernes, 31 de julio de 2015

Me ha llovido un ángel



Para Diego, mi nieto,
luz que halla su salida en la memoria,
frenético latido que al corazón convoca.


He tenido el lenguaje recluido
en el claustro remoto de la frente
hasta que una nube de arabescos
alumbró con sus ráfagas de trenes
la linterna del negro pensamiento.

Un querubín, leve como un pájaro,
bajó del Paraíso hasta mis brazos
ensamblando la luz de su sonrisa
con mi corazón transformado en isla.

Ahora, circunscrito el otoño,
una brisa pasea nuestros labios
y allá donde reposan las miradas
se dibujan corales de alegría.

Somos el fruto de la misma sangre
condensada en ojos de una foto,
el abrazo que borra el fatalismo
desde el cénit de una ola de sueños
embridada en axiomas de nostalgia.

Tu llegada, tras un latir de arpas,
rompe la mudez de mis labios secos
y hasta el verso, mordido por la niebla,
abandona el fanal del ostracismo
para seguir la huella de tus pasos.

Por eso pintas verde mi perfil
y tus ojos son flor de mi silencio.

*Andros (28/02/2010)

viernes, 26 de junio de 2015

Pájaro sin voz

   
Abandonado al frío del deshielo,
siempre voy como aurora que amanece
buscando el surtidor donde brotan las caricias,
donde el gozo es istmo de las fugas,
en pos de una ilusión que se levanta
tras la llama dormida de mi pecho.

Porque sabes muy bien donde empiezan los desiertos
cuando la fiebre de amor se posa en las mejillas,
qué pájaro sin voz, qué idilio sin gineceo
descubriste en la intimidad de tus soledades
hasta convertirme en latido de tus ausencias.

Qué aliento despiertas en mi cuerpo fatigado,
qué anhelo me acosa que ante tu beldad sucumbe?

Todo me golpea y me recorre por las venas
con el ansia de alcanzar nuestro postrer abrazo.

Y entre tantos ecos de preguntas sin respuestas
sólo me queda el mudo silencio de unos labios.

*Andros