martes, 24 de abril de 2012

Triste devenir


 
El hombre va rodando cuesta abajo
de la mano del tiempo que se escapa.

Sin saberlo, exprime sus esponjas
obstinado en alcanzar una gloria
que siempre le conduce
a dormir bajo el techo de una cripta.

Su camino, poblado de serpientes
ocultas en la sombra,
se acompaña de vidrios y malezas
que nunca dejan ver
el rostro que insinúa su destino.

Y aunque siempre persigue su regreso
esclavo de sus fugas,
su bitácora viste de retales
de aviesas intenciones,
de arcadas que coronan su declive.

Así vive, con ansias de ser pájaro,
en vuelo por las rutas del asombro
hurgando los secretos
de un cielo que le cubre de cenizas.

Sólo el exilio en pos de la verdad
que tanto se resiste,
le da sentido al curso de su historia.

*Andros

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