lunes, 30 de abril de 2012

Por qué te quiero




Tan humilde como el grano de mostaza,
invisible en el hueco de la mano,
es el color de tu existencia
que gravita guardado con amor
más allá de tu abierta geografía.

Cuando supe de ti,
pude calibrar la amplitud de tu medida.
Vivías libremente
con las puertas abiertas, sin dobleces,
limpia de todo mal,
a tus sólidos principios abrazada.

Por los remansos de tus aguas
no discurren sólamente los aires
cotidianos de la desbordada sencillez.
La voz que late en tu presencia
es vuelo desprendido
con ansias animadas de verdad,
que emigra desde la callada intimidad
hasta el verde que brilla en tus cristales.

No eres eco de las sombras
ni tampoco del silencio que corroe.
Todo en ti es callar sabiendo,
alma abierta y sin celada,
labrado laúd de hondo latido,
poesía viva y éxodo al paraíso.

Por eso yo te quiero tanto
y por eso mis aguas se funden con las tuyas.

*Andros

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