lunes, 26 de marzo de 2012

Vida al verso



 El verso, rojo de pasión y fuego
navega por el río de la sangre
sellando entre las almas
el brillo de su nácar transparente.

Inmaculada huella la que enciende
un acordeón de liras y sonetos
si el constelado labio ve crecer
la fórmula del gozo
en el clima del beso y la mirada.

Una corola azul, tímido aliento,
se aposenta en los ojos del poema
para dejarnos ver
el pálpito sediento de su alero,
porque allí donde los sueños espigan
la flor de su linaje
siempre ríe el canto de los pájaros.

Delirio de almíbares en el aire,
pezón que mana efluvios de ternura,
el verso es mano amiga
que entre sedas desliza su palabra.

Cómo sabe el poeta
que atándose a sus fugas, siempre el verso
hará girar sus ruedas de molino.

*Andros



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