En mis claustros hay una paz que es sólo mía.Con ella, el alma late cruzando la vena líquida del tiempo. *Andros
viernes, 16 de marzo de 2012
El peso de los mitos
Esclavo de pecados capitales,
agitado en un río sin espejos,
he sentido la voz del abandono
en el cráter vacío de los ecos.
Por eso, inquilino de la niebla,
busqué tus manos entre mis adarves
en el sitio donde crecen los sueños,
allá donde las lunas de marfil
cristalizan la piel de sus armiños.
En mi rostro brillaban las estrías
como si un látigo desgavillado
hubiera disparado su calima.
Y tú, estabas allí como siempre,
sin mirarte, asomada al cielo,
con el labio buscando la otra orilla,
muy feliz, dibujando escalofríos.
Ahora, repasando la memoria
esmaltada de blandos arambeles
nos sacude su aliento el viejo mito:
Somos cantos rodados oscilantes
sobre lechos de arenas movedizas.
*Andros
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Bellísimo poema. Como siempre, un placer pasearse por tus letras.
ResponderEliminarUn abrazo,
Inma Diez
Gracias Inma, el placer es mío por contar con tu visita y opinión.
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