viernes, 14 de junio de 2013

Espigas de mayo

   
Este tiempo, reflejo de contrastes
que espiga los gemidos de los ecos,
fluye verde entre el limo de sus huellas.

Las hondas cicatrices de la tierra
-espejos de polícromos recuerdos-
nos muestran a través de su semblante
el lecho donde yacen sus agravios.

Cuando el día dibuja sus fatigas
sobre el hueco tapiz de los aleros
y en las cárcavas ríen los pájaros,
la vida es la fachada de un poema.

Es entonces que el cielo se nos abre
con la llave de blandas cerraduras
y el vértigo que flota por las sombras
se deshoja entre llamas de guirnaldas.

Qué no se sienta nunca el universo
huérfano de luz en sus ojos turbios.
Qué las curvas cerradas del instinto
no abandonen los sueños de los tilos.

Es preciso que el grano se haga fruto,
que abrillante su piel en la memoria.

Y desde la saliva de los labios,
regar el lirio azul de la palabra
para que en este mayo sin orillas
afloren su caudal nuevos guadianas.

*Andros

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