viernes, 7 de diciembre de 2012

Cuando callan los latidos


       

     
Al llegarse el otoño
se suceden las noches de labios apagados
y en el tálamo verde de grandes recitales
sólo suenan tambores de silencio.

Bajo esta carpa de soles sin rostro
el frío de los pies
es hábito que viste la memoria,
olvidada suerte de placeres en destierro
condenados al ínclito ostracismo.

Fiel a su condición, parco de brillo,
el tiempo es la condena del pulso inacabado
esbozo de indigencia
nacida en el crisol de la rutina.

Para ser espejo de carnaval
el perentorio brillo
necesita vestir sus lentejuelas.

*Andros

1 comentario:

  1. Que maravilla volver a leerte, cuando callan los latidos, le naces la belleza a cada verso.

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