jueves, 24 de octubre de 2013

RosaBlanca



Desde la vieja taula de mis sueños
buscaba tu mirada,
pero las claras aguas de tus ojos
mis ojos no encontraban.

El llanto contenido tanto tiempo
-su lágrima rosada-
pintaba los rocíos del otoño
en la tierra pálida.

Se escapaba la mano dibujando
senderos de nostalgia,
mientras una rosa blanca nacía
en el jardín del alma.

Hojas caídas, árboles desnudos,
luz en piedra dorada,
dulce canto de amor que se venía
en voz de mi guitarra.

Surgió ardiente la eterna fantasía
de la fuente que mana
los invisibles racimos de fuego
de la hoguera callada.

Eres tú, tierna flor, quien encendiste
la luz de tu mirada,
quien hizo realidad mis viejos sueños
al ser mi rosa blanca.

*Andros.

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