viernes, 7 de marzo de 2014

Los pasos de la noche


Las noches de vigilia son tan largas,
tan vacías de color,
que me han visto crecer
como nube peinada por el viento
en el quicio oxidado de las sienes.

Al paso de las horas,
entre sombras de dolor ganando esquinas,
cuando el cansancio afila los vidrios de los ojos
y el recuerdo licúa sus aladares de ceniza,
la frente se estremece buscando lo insondable:
El porqué de las ansias que asoman los infiernos.

Bajo este frío luto de aires sin sonrisa
hasta el agua se hace plomo entre los labios,
y los latidos del miedo clavan sus silencios
sobre el tiempo atado a los relojes
en un mosaico de rumores maldicientes
atrapado en la red neuronal de la memoria.

En el túnel cegado de la noche
el pulso se me envuelve en cáscara de niebla
y los blandos perfiles que adornaban mis sueños
se alejan entre rescoldos de paisajes deportados.

Es como si el grito amargo del destino
cobijara su mudez
en un viejo arcón de temor fosilizado.

*Andros

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