jueves, 20 de marzo de 2014

Renglones en blanco


   
Ahora que no escribo,
cansado de bregar tras el léxico que escapa,
sólo sombras alumbran la sed de este desierto.

Llegados al declive,
el gesto disimula su tristeza
con mirada de buen samaritano
porque ya no le caben más palabras
al ajado arcón de los sueños rotos.

Llora tanto el pensamiento, y llora
gotas de soledad,
al ver pasar el tiempo colgado a los relojes
sin otra alternativa
que la espera del verbo que no llega.

Ahora que no escribo,
ya no me asaltan sueños de gacelas
ni tampoco me llegan los cánticos del mar,
perdieron colorido mis cometas
en noches de granito y de metal.

Como lámpara de pedernal, así me siento
ahora
      que
          no
             escribo.

*Andros

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