lunes, 26 de diciembre de 2011

Viento del oeste


En la hipérbola fugaz de nuestros vuelos
donde la voz trasmina las paredes del silencio,
solamente allí,
podrá encontrar reposo 
la pasión que enjaula la memoria.

Yo,
con la fuerza que convoca el pulso renacido,
sabiéndome titán sobre el tapiz de los sueños
buscaré en las calinas de tu rostro
el mágico dulzor de sus ojos esmeralda
para poder cantarte.

Y tú,
pistilo fecundado por palabras de cristal,
siempre abierta a los imanes del reencuentro
sentirás en el arpa convexa de tus manos
el cálido deshielo
que provoca el fuego de mi verso
cada vez que te diluyas en sus olas musicales.

Entonces, nuestras bocas
no tendrán nada nuevo que decirse.

Los recíprocos deseos que vivieron el exilio
viajarán ya junto a nosotros 
en las alas del viento del oeste.

*Andros








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