viernes, 16 de diciembre de 2011

Siempre luce la verdad

Con el ardid violento
quiso la eterna sinrazón sellar
su inconfundible acento.

Poco le importó para urdir su trama
el halago del abrazo sostenido
que entre sedas esconde su añagaza
esgrimiendo el puñal del simulacro.

Mas la verdad, que siempre resplandece
hasta en los más curvados contratiempos,
plegándose a sí misma,
no calló hasta desempolvar su postrera sílaba.

Abierto el horizonte,
los días van cuajando su destino
y desde la fugacidad de sus contrastes
el cielo con su luz
orienta los callados girasoles.

Ya no tienen sed los labios agrietados
porque en la calma consumieron sus fuegos fatuos.

Con un canto de alondras
y el trasiego volado de un buen vino
regresan los acuerdos.

*Andros

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