Existen sensaciones como hormigas
dispuestas a asomar
el rostro de su paso trashumante.
Cuando el ojo se dilata y las manos
no respiran alientos de latidos,
se arrugan las conciencias
y en el hueco risueño de las conchas
sólo flotan serpientes anilladas.
Estatua de pedernal, voz callada
ante el canto de ninfas y sirenas,
la salvación del verbo fatigado
no se esculpe en las piedras
de quien hace sangrar a las estrellas.
No vuelan parlamentos
para besar los labios que no aman.
*Andros
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