En el ojal de tu cerezo en flor
te asoman las abejas del encanto.
Es como si la nueva primavera
alfombrada entre cálices de auroras,
con sus aires de risa y sus labios de aulaga
quisiera perpetuarse en la sed de mi reposo.
Así escalas mis apogeos de cal y azufre,
con la dulce voz que recela del egoísmo.
Así te conviertes en el faro de mis sombras.
*Andros
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