viernes, 18 de noviembre de 2011

El amargo sabor de la derrota

Con gula anegada en almíbares helados
los sueños del destierro que me asolan
son asíntotas de amor persiguiendo labios ondulantes.

Tras ellos voy,
tras el ingrávido rostro nebuloso que me llama,
en busca de las claves del enigma metafísico
donde habita esclavizado el silábico equilibrio.

De ahí que la palabra vele armas
resistiendo el lejano alcance de su vuelo,
de ahí que la memoria pierda su áurea capa de frescura
con el roce medular de su trágico silencio.

En esta encrucijada de vaivenes la voz me sangra sin destino,
y la sed de alcanzar lo inalcanzable
me condena a los abismos del insomnio
a pesar de tener la puerta abierta al lirismo de los mitos.

Los párpados se cierran , se enjaulan los pájaros rosados
que buscaban sin pudor el límite exacto de su meta
y los labios ajados, nacidos para el beso,
son cráteres lunares perdidos en las grutas del deseo.

Todo me vence , se me aleja.

Hasta la vena rebosante en el tibor callado del costado
ya no late:
Es humo sin alas que yace prisionera.

*Andros

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