domingo, 3 de marzo de 2013

Mutaciones sin freno


Primero se produjo el estallido
de la voz ahogada,
resuelto a ser universo de gozo
en la mímesis que equilibra el rostro.

Más tarde, emigrándose del ímpetu,
los rumores  del pálpito
se consuelan en las valvas del ansia
a la espera del lecho que calme su fatiga.

Pero nada concluye en su avatar
de estelas y querencias
con sueños de cristales
mientras la indolencia encoge sus hombros
al ver desparramarse los manteles.

Al final sólo la norma, el cálculo
que acuna los modales,
soporta la enajenación que viste
el pulso del vértigo entre las sienes
con el fruto que brota de las piedras.

Tal vez con la insistencia de los tonos
se ajusten los márgenes de la ruta.

*Andros

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