martes, 5 de marzo de 2013

Tras el párpado que sueña


 
Ahora que soy huésped del invierno,
corazón de piedra, tierra quemada
en la isla donde los sueños duermen,
ahuyento los fantasmas del silencio
para izar las palancas de mi vuelo.

Bajo un palio de nubes peregrinas
se me encienden las velas del recuerdo,
y aunque la fiebre azogue los cristales,
un caudal derretido de amapolas
se retoña en la tez de las palabras.

Sólo busco la seda de unas manos,
el temblor incendiado de unos labios
que sepan descubrir mi selva virgen
y el flujo cristalino de una fuente
donde brillen los tibios parlamentos.

Sólo así, la pasión podrá habitarme
con mosaicos de gozo esmerilado
en la luna creciente de los ojos.

Sólo así, dejaré de contemplar
los álamos del frío.

*Andros

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