viernes, 24 de octubre de 2014

Sellar tu huella



 

Qué hermoso es contemplarte siempre
sonriendo con la mirada abierta,
desafiando tiempos y distancias
para sellarse en tu huella.

Qué feliz se viste el aire
si al cantar, tu voz se vuela
bordando aristas de silencio
con hebras de fina seda.

Qué verdes lucen tus ojos
entre sombras y tinieblas;
son fresca hiedra que trepa
brillando de sentimientos
la oscuridad de la piedra.

Llora el invierno tristemente
lágrimas de frío yertas,
que como perlas transparentes
serán gotas de rocío
sobre tu deliciosa hierba.

Y se espeja el alma cansada
de su pálida tristeza
al girar la rueda del amor
y sembrar con diáfana luz
los umbrales de su puerta.

Qué ardiente se navega el alma
tras consumirse su niebla
y tras secarse su lágrima
que resbalaba escondida
en la raíz de su tierra.

Qué alegre resulta verte
como azucena despierta,
saberte aroma encendido
aún sin ser la primavera
y llegarte, llegarte hondo
con la palabra desnuda
como una desnuda estrella.

*Andros.

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