sábado, 23 de febrero de 2013

Amor, voz y rostro


Ya no sé si el amor es gratuito,
si se incuba tras una despedida,
si vuela con flechas de servidumbre
o si es humo que axfisia las ideas.

Lo veo como naipe entre los dedos,
lluvia de riesgos, vértigo arrogante
que se escora sobre los torbellinos
manifiestos del beso y el abrazo.

En su rostro descansa la avidez
que despiertan los límites del sueño
y de su bitácora de contrastes
se desprenden latidos y jadeos.

Por la fiebre silvestre de sus labios
fluyen simunes de penumbra y gozo
que espigan verticilos de concordia
en una ensoñación de ojos hirviendo.

Nada importa si harto de bregar
diluye su fulgor entre intervalos
buscándole refugio a su cortejo.

Y es que su voz de anís jamás descansa
sin ser nube de arroz antes que polvo.

*Andros

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