viernes, 10 de febrero de 2012

De sueños y silencios



Los sueños son torres de babel inexpugnables,
cenizas de cristal abocadas al vacío.

Como latidos trashumantes, sin voz ni rostro,
visten sombras en las alas del pájaro dormido
y de su acendrada médula nace un mudo laberinto
donde las neuronas trazan torbellinos de grises nebulosas.

Al soñar, las pupilas encienden sus esponjas
y se abren las trincheras nacaradas de las conchas
fluyendo sin cesar pulsos fugitivos
que enmascaran las ansiosas claraboyas del instinto.

La conciencia se fragmenta, se altera, se prolonga,
brota el onirismo exacerbado
y en esta avidez insaciable de fósiles espejos
los vitrales del recuerdo desflecan sus lánguidos cabellos
tras romper el dogal que les ahogaba.

Visión fugada ésta de los sueños
que se aliebra sobre los brazos de la angustia
cuando el silencio se oscurece en el cáliz de las sombras.

*Andros

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