viernes, 24 de febrero de 2012

Tras el léxico que escapa


Primero fue la búsqueda incesante de la propia intimidad
amasada en un crisol de espinas y cauterios,
visión fugada oculta entre espesa niebla
que sujeta a la historia de mis vuelos
aún camina alejada de la fronda de las sienes.

Poco después, tras haber llegado al fondo
donde se asientan las raíces del álamo esplendente,
quise ser más océano que río
y al compás de la sístole emergida de los sueños
acariciar el labio sutil del límite imposible,
principio y fin de una equívoca existencia.

Ahora, a las puertas que dan paso a lo desconocido,
logrado el máximo equilibrio en las curvas del léxico que escapa,
lejos ya de ecos y distancias del pasado,
listo estoy para subir los últimos peldaños
que conducen al olimpo de los dioses olvidados
para abrazar la presentida paz
esculpida sobre el estéril mármol de mi obra.

Así, aún sin marcharme,
la  voz que me acompaña en este exilio
será la voz que nunca muera entre mis labios.

*Andros

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