miércoles, 29 de febrero de 2012

Un lugar para los sueños


No sé de dónde vienen,
sólo sé de su avidez en el vuelo
paseando sus sombras en la noche,
entre lunas de abril,
dispuestos a despeñar el reposo
hasta las hondas simas del silencio.

Llegan sin avisar,
con la leve caricia de su aliento
sobre ramas de pájaros dormidos,
latiendo sus inercias
por el claustro olvidado de las sienes,
entre lenguas de fuego,
tratando de arrasar las soledades.

Sus efímeras alas
parecen arrancadas de una esfinge
perdida en el desierto
y buscan en el lecho de las frentes
los ecos de sus voces,
brillantes como gotas de rocío.

No sé adónde van,
pero sé que los sueños peregrinos
bordados de alamares
son un grito espiral de centinela
que despiertan la sed de mis esponjas
con pólvora estrellada de deseos.

*Andros

1 comentario:

  1. "por el claustro olvidado de las sienes,
    entre lenguas de fuego,
    tratando de arrasar las soledades".

    Maravilloso poema. Siempre es un placer leerte.

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