jueves, 6 de febrero de 2014

Difícil elección

     

Ni un grito, ni un gesto displicente,
ni tampoco el agrio chirrido de un cerrojo
parecen conturbar la paz de tu reposo.

Nada,
desde el tímido bostezo de un felino soñoliento
hasta el ronco eco de unos pasos ahuecados,
se escapa de tus hondas sensaciones;
y sin embargo, no todo ese caudal
se puede exportar más allá de las arrugas de la frente.

Sabes bien que eres grano de sal de una salina,
incapaz de discernir qué es mejor:
Romper el frente u ocupar la retaguardia.

Por eso tu discurso se nutre de la duda,
por eso te hallas siempre desolado
 y vives condenado a ser espectro
entre las espesas telarañas de la niebla.

Por eso jamás serás el violín
de un lúcido concierto.

*Andros

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