viernes, 7 de febrero de 2014

La voz hecha grito


Rodeado de voces apaisadas
seguiré siendo grito en el silencio
a pesar de sufrir el ostracismo.

Quizás la cobardía o la indolencia
apresan nuestros labios
y nos llevan a ser espectadores,
entre cepos de plomo,
de la inquina velada
que rapta la sonrisa de las vírgenes.

¿Por qué se enraíza tanto la anestesia
en la memoria abierta al pensamiento,
si la verdad nos dice
que el dolor con que doblan las campanas
se espeja en las estatuas derruídas?

No sólo la derrota
es refugio del vuelo de los buitres
sino también del canto advenedizo
y del ruído de sables,
porque al renacerse los agravios
las huídas se hacen más visibles.

Por eso, cada trazo en mis palabras
se enciende con las ascuas
donde apagan su sed los cautiverios.

*Andros

No hay comentarios:

Publicar un comentario