Al llegarse el olvido, lejos del apogeo,
los pasos se convierten en ecos del vacío.
Si el tiempo discurriese entre cauces de coral
cerca del labio ausente que paga su tributo,
tal vez volverían a reir las golondrinas
imbuídas de una caravana de promesas
inasibles a la voz que nutre los lamentos.
Si el silencio bebiera lenguajes de ternura
buscando entre las sombras las manos del encuentro,
un remanso de paz y corolas solidarias
podrían apagar las tormentas de las sienes.
Pero el ámbar que lucen los agrios ventanales
sólo muestra la semblanza oscura de un eclipse
y de su solitario aliento, sólo se escucha
el rumor que alabea la sed de las ausencias.
Si pudiera devolver el blanco a las tinieblas
mis palabras dejarían de bregar a ciegas.
*Andros
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