domingo, 1 de enero de 2012

Vértigo al vacío



En el surco más profundo del  pensamiento
arañando el cauce sostenido de las sombras,
hay siempre un nido de sierpes de párpados inmóviles
que arrastra mis vuelos de pájaro azorado
hacia los brazos de un abismo inacabable.

Me late el corazón acelerado, loco de ritmo,
con un contínuo martilleo angustioso y sofocante,
los brazos como pálidas aspas de algodón
y las piernas, cañas de cristal a punto de quebrarse,
me recuerdan las estatuas derruídas.

Perdido en este istmo de fugas y cantos de sirena,
cautivo del delirio y del insomnio,
afluyen a mis sienes un calvario de penumbras
y aunque con intenso parpadeo pretendo ver la luz
cierro los ojos buscando la caleta del descanso
con un horrible temor a quedarme atrapado en el vacío.

Entre tanto silencio
escucho golondrinas posarse en los aleros del miedo
buscando unos refugios que no ríen
porque fueron del llanto el cáliz de su sombra.

Como un latido desangrado en su soledad
el sueño me convoca en un fluir de caravanas.

*Andros

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