martes, 17 de enero de 2012

Herida abierta



Un hijo que se va hacia las alturas
duele mucho más que una daga
clavada en el costado.

La pena es tan profunda, tan tamaña,
que el alma vive oculta entre silencios
y su llanto no cesa hasta la muerte.

Vivir es un calvario permanente
pues no existe el alivio ni el consuelo,
y un grito semejante a un alarido
estalla de contínuo como un rayo
en lo más hondo del pecho.

Mientras ves que tu hijo ya no está,
la llaga sigue abierta en carne viva.

Sólo para poder sentir la luz
desvela sus afanes la palabra.

*Andros

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