Siento muy hondo como brota el manantial de la sangre,
como se encienden los latidos de la tristeza
palpitando sobre el pecho secretas añoranzas
que tratan de escapar de la tupida telaraña de las sienes.
Con la frente febril poblada de luces de resinas,
oculta la profunda raíz de los recelos
tras el quicio varonil de una mirada sin orillas,
se decapa el barniz brillante del reposo
al bruñirse los iris de la sed con festón de carne viva.
Limpias van mis manos sin garras en los dedos
con la esperanza abierta a nuevos ventanales
porque tengo estíos de pasión en los costados
y la cálida ternura que me fluye sin cesar de la garganta
se extiende más allá de las olas danzantes del zodíaco.
Pero aún existe en el leño reseco de mi verbo
el vértigo espiral que convoca la ancha herida.
De ella, se abona sin esfuerzo la locura
que pinta calaveras de silencio en las paredes
haciendo naufragar el capuz que enluta los deseos
por el proceloso mar donde se hierven los recuerdos.
Y es que sólo en las raíces del lamento
permanecen enjaulados los ecos que recuerdan las auroras.
*Andros
Siento muy hondo como brota el manantial de la sangre,
ResponderEliminarcomo se encienden los latidos de la tristeza
palpitando sobre el pecho secretas añoranzas
que tratan de escapar de la tupida telaraña de las sienes.
Me encantan sus poemas, un placer poder disfrutarlos.
Siempre me tocas el alma con tus poemas. No sabes como te agradezco que sigas compartiéndolos con nosotros, porque es una maravilla leerte, maestro.
ResponderEliminarCeleste, es un honor su paso por mis letras.Se lo agradezco y ello me motiva.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
María, mientras haya un sólo lector que disfrute con la lectura de mis poemas, por supuesto que seguiré poniéndolos.
ResponderEliminarUn beso para ti y un abrazo para Ramón.