jueves, 26 de enero de 2012

El eco larvado de una historia



Bien sé yo que para contar mi historia
necesito del aliento
que late en los recuerdos,
del secreto que reposa bajo piedra
y del claro pensamiento
aturdido por el peso del natural instinto.

También sé, que en tan ardua espera
se me llenan los bolsillos
de la prisa envuelta entre caprichos
porque el ansia de escapar de lo anodino
es miel que me alimenta
en las largas horas de insomnio ante las velas.

Como el noble sentimiento
viste transparencias de callada nieve,
jamás aprendí el lenguaje de cuchillos
y por eso los temores al fracaso
no podrán reposar entre mis letras.

Si el azar fuese fruto del destino
y el destino vistiera las alas de mi sello,
-tahúr de la ruleta-
dejaría abandonada la caja de caudales
en las manos del tiempo lapidado.

Mas no ha lugar.

Los enigmas larvados en la sombra
verán la luz tras vencer las tentaciones de la huída.

*Andros

martes, 24 de enero de 2012

De tu luz brota el cantar



Aunque presto he llegado a tus orillas,
sólo un nido de alondras
enmudece vacío entre mis manos.

Remando siempre a solas,
empeñado en vivir entre silencios
tras el oscuro espejo de las sombras,
he bordado los límites del tiempo
para ver la semilla del deseo
crecer desde las sienes
sobre el rojo desnudo de tu fuego.

He cruzado las noches,
náufrago entre lágrimas,
tratando de afirmar el equilibrio
de un espíritu humilde
en un trajín creciente de latidos
hasta rozar los nácares del alba.

Ahora, sin saberlo,
flota en mí una espuma de ola muerta
que calla la palabra
temerosa de fundir su voz riente
en un sediento pozo de nostalgias.

Solamente por ti
reverdecen las huellas de mis pasos
entre el polvo agrietado del cansancio.

Sólo tú, luz ardiente,
enciendes el poema como hoguera
de un lenguaje sutil y apasionado.

Y al trepar la cucaña de tus labios
te conviertes en nube de mis sueños.

*Andros

sábado, 21 de enero de 2012

Así eres, así te veo



Sólo tú
marcas el color de la palabra
que rueda hasta los más íntimos rincones
sin la presencia lacerante
del dolor que da la espina.

Sólo tú
segura de tí misma, sin enojarte,
abres el diafragma de los aires
con un grito a pie de tierra
abortando los silencios de la ausencia
desde la celda de tu frente pensativa.

Nada necesitas para erigirte en adalid
de tus propias convicciones
porque el ángel que reina en tus adentros
emerge siempre salvador
cada vez que un siniestro te reclama.

Por eso eres el oasis de mis ojos
-firme baluarte donde me refugio-
cántaro rebosante de leyendas,
destinada para siempre desde la ternura
a perpetuar la imagen estelar
del pájaro de amor que guía tu destino.

Así te veo, banco de mis fugas,
cuidando siempre llena de intuición
no dejarme caer en las fauces del invierno.

*Andros

viernes, 20 de enero de 2012

El silencio de las piedras



Aunque llevas la frente despejada
tu mirada de cuarzo te delata.

Sigues igual,
aferrado a las valvas de tu concha
mirando siempre adentro,
poniéndote vendajes donde no existen heridas,
con los sueños replegados
en estéril huída hacia la nada.

Niegas una y otra vez
la imagen que percibes de ti mismo
al ver que se diluyen como el humo
las nubes de laurel, esas nubes
que coronaban tus viscerales sueños.

Y ves, perdido el pulso,
como los rayados colores del espectro
prefieren sonreir junto a la lluvia
antes que ocultar las luces de su idilio
tras las cerradas sombras de la noche.

Por eso,
abre el círculo que oprime tus raíces
mostrando sin reparos el clima de tu gruta,
y así podrás sentir
el tímido rumor de golondrinas
que siempre sobreviene
al contemplar el silencio de las piedras.

*Andros

martes, 17 de enero de 2012

Herida abierta



Un hijo que se va hacia las alturas
duele mucho más que una daga
clavada en el costado.

La pena es tan profunda, tan tamaña,
que el alma vive oculta entre silencios
y su llanto no cesa hasta la muerte.

Vivir es un calvario permanente
pues no existe el alivio ni el consuelo,
y un grito semejante a un alarido
estalla de contínuo como un rayo
en lo más hondo del pecho.

Mientras ves que tu hijo ya no está,
la llaga sigue abierta en carne viva.

Sólo para poder sentir la luz
desvela sus afanes la palabra.

*Andros

Ojos para soñar


   
Nada puede eclipsar la belleza
de tus ojos.Ni el mar, ni el cielo azul,
ni tampoco el verde de la hiedra
que al rozar los bordes de la frente
nos abre el color de la esperanza.

Esos ojos que anuncian primavera,
que derraman aludes de ternura,
son espejo transparente de los sueños
que extendieron sus pasos cenitales
por el sendero volado de una nube.

Son tan sensibles, que muestran su perfil
sobre el panel de su descalza sencillez
emergiendo serenos, como una ola
que busca su reposo entregada
a la arena desnuda donde duerme.

Su brillo de menudo colibrí
moldea las auroras junto al faro
de un jardín estrellado de nostalgias,
simple eco de un murmullo de palabras
que emigran hacia mí para soñarte.

*Andros

lunes, 16 de enero de 2012

Supervivencia



Sobrevivir al tiempo que se funde
refugiado en el pulso que brota de la sangre
descubre en el columpio de los huesos
el hastío final que se aproxima.

Cómo duele la luz si al buscarla no se halla,
hiere al ojo que, en su escondida gruta,
espera algún mensaje de arabescos
capaz de dirigirle al rescate de sus sueños.
Mas la imagen del viento que vierte soledades
alrededor del agua sin arrugas,
muy pronto volverá con sus presagios
a mostrar su latente escalofrío.

Es por eso, ajados los cristales
donde los párpados desnudaban sus encantos,
que la voz dispara sus silencios más amargos
preludio del adiós de una triste despedida.

Con los labios colgados del lamento
avientan sus cenizas los recuerdos,
paisajes de cal viva desaguan las ausencias
y en lo más dentro, en lo morado de la carne,
el rostro sólo es sombra, arrullo que se acuesta
lejos de la mano que le hizo sonreír.

*Andros

domingo, 15 de enero de 2012

Estás en mí


 
...y rauda te viniste
con un risueño vuelo de jilgueros
para hacerme sentir el estallido
en los pálidos días sin luz de claraboyas.

Y supe del abrazo
que se extiende más allá de las manos,
del beso y la palabra.

Por eso estás en mí
blanqueando de sueños las paredes
donde brillan mis íntimos deseos.

Por eso y mucho más
eres el sol que alumbra mi ceguera.

*Andros

viernes, 13 de enero de 2012

Para saber de ti



Abiertas tengo las ventanas del instinto
al aire magistral de tus modales
para saber de ti,
de la brújula que orienta tus raíces
cuando ávida de luz
te renuevas tratando de inventarte.

Tu cuerpo de mujer, cinta de plata,
tu finísima voz, arpa dorada,
son néctares evadidos de tu sol ardiente,
espejos trasvasados del brillo en tus graneros.

Para saber de ti
quiero hallar la causa de tu efecto,
ese cielo que se posa entre las sienes
al llegar la noche oscura
mientras los dormidos labios, al abrirse,
sueñan con sorber el carmín de tu inocencia.

Porque sólo tú, desde las verdes lagunas de tus ojos
hasta el álveo escondido de tus pechos,
sólo tú,
podrás ser lazarillo que guie mi ceguera.

Para saber de ti
intuiré como albatros de alas desplegadas
los secretos de tu ancha geografía
a través de sus cuatro puntos cardinales;
romperé la cáscara de nuez
donde se alabean los dedos de mis manos
cuando trato de llegarte
y, enquistado en tu existir
seré grito y silencio de tus madurados sueños.

Y todo ello
                 para
                        saber
                                 de
                                      ti.

*Andros

miércoles, 11 de enero de 2012

Para llegar al hombre



 Para entender al hombre
perdido entre coágulos de sombras
nada como la llama del afecto.

En los huecos con aire de silencio,
su mirada de sílex
es la puerta que esconde las raíces
de un corazón sediento de ternura
obstinado en matar su soledad.

Para llegar al hombre
que alimenta de sueños su costado,
no basta con el pan de cada día
si en el momento que tiemblan sus ojos
sólo siente los ecos del acero.

Cómo le duele al hombre
la distancia del beso indiferente,
la palabra reseca,
-arado surco de la hipocresía-
escorzo de las iras
impresas de apariencias y extravíos.

Qué lobo le acorrala sin remedio
si en su camino al gólgota
sólo escucha el aullido del desprecio.

Por eso, el idilio de dulzura
en la mano que se abre
es gesto que da cuerda a los relojes.

*Andros

sábado, 7 de enero de 2012

Tras el párpado caído


 En el íntimo estuario de mi lecho
entre un enjambre de sueños poblados de centellas
me rocé con el hueco vacío de la ausencia.

Una cálida avalancha de rumores
coronada de blancos alquiceles
sacudió levemente la red de mis arterias
como una caracola que se agita
rezumando sístoles de paz en los oídos.

Ante esta abierta ensoñación de hiedras y cristales,
entre curvas de árticas sirenas,
me ardieron las ansias de tenerte entre los brazos
más allá de la incólume imagen
evadida del párpado caído.

Pero no estabas junto a mí,
en tus vitrales no brillaba el nácar
ni se escuchaba el pulso encendido de tu dicha.

Sólo desde los flancos de las sombras,
en las márgenes más profundas de la frente
se podían atisbar las lunas de tus ojos.

Así me vaga la sed de este espejismo,
como una vela que espera el fuego de la llama
para derretir el témpano de su etílica nostalgia
en un crisol precipitado de luces y palabras.

*Andros

jueves, 5 de enero de 2012

La voz que busca su reposo



En el árbol que anida la memoria
camino del declive
hay una voz que clama en rebeldía,
es la voz de la rama que se quiebra
al ver que se avecina la sed en los rastrojos.

El corazón, viajero infatigable,
no se pliega a los bordes del mutismo
al pensar que su léxico de armiños
sigue pintando lunas
en los ajados iris que claman un rescate.

Cuando menos se espera
la noche abre su mano a la sorpresa
y ya no existe aliento
que limite la nostalgia del labio que no arde.

Esta es la ley que encripta las urgencias,
la señal finiquito de los sueños,
la piedra berroqueña más amarga,
el mórbido final del apogeo.

*Andros

martes, 3 de enero de 2012

Tras los colores del espectro



                                                     No hay ausencia que perviva en el tiempo
                                                                      mayor que la del arpa varada en la memoria.

Parece azul el color que pinta tu sonrisa
y sin embargo un olor de enigma se respira
tras el umbral de tu silencio.

Los puentes de tus ojos, entre temblores,
amenazan derrumbarse sobre el abismo del llanto
cuando sueltos tus cabellos
los brillantes espejos del paisaje se apagan en el aire
para no encender las afiladas uñas de la angustia.

Tus palabras de oráculo, salpicadas de niebla,
no despiertan sensaciones de ternura
ni de goce sostenido,
no son llave de corazones solitarios
que se debaten entre la sed y los sueños.

Te estás volviendo gris,
llevas plomo en las manos y recubres con hielo las promesas
porque tu frío corazón se viste de lo inerte.

Pero emigrarás del invierno y con la llegada de tu abril
un claro rumor de blancas azucenas
descifrará todas las claves de tu ausencia
y ya no serás estatua de ojos húmedos con mirada leporina.

Los hilos de tu voz y el dialecto de tu rostro
lucirán para siempre los colores del espectro.

*Andros

Un espectro en la niebla



Ni un grito, ni un gesto displicente,
ni tampoco la acritud vertida entre reproches
podrán conturbar la paz de tu reposo.

Todo,
desde el tímido bostezo de un felino soñoliento
hasta el ronco eco de unos pasos ahuecados,
nada escapa a tus hondas sensaciones.

Y sin embargo, no todo ese caudal
se puede exportar más allá de las arrugas del rostro.

Sabes bien que no eres más que un grano de sal
enterrado en el reino de las algas
incapaz de discernir qué es mejor:
Ocupar la retaguardia o romper el frente.

Por eso tu discurso se nutre de la duda,
te hallas desolada,
confinada a ser espectro evanescente
entre las espesas telarañas de la niebla.

Por eso, en fin, corres tras el viento para afirmarte
aunque sea dando vueltas de campana.

Y tu sombra, tu inabarcable sombra,
espejismo de norias que no vuelan,
enciende pasarelas de guirnaldas
a pesar de consumirse entre fuegos de cometas.

*Andros






























Un paisaje por crear



Vives el dulce sueño de una estrella
que despierta al fragor de sus latidos
y te vienes acercando poco a poco
a las aspas que mueven mi molino
derramando amor por sus vertientes
al ritmo que te marcan los deseos.

Allá donde brotan las raíces
te emerge un manantial de desafíos
que extiende las lindes de tu imperio
por la esfera donde brillan los instintos.

En este devenir apasionado,
con la voz ardiente y el gesto derretido,
me vuelvo como tú, un volcán,
que convierte en anagrama las palabras
al hilo de un temblor convulso
palpitando entre los labios.

Y así, en esta atmósfera envolvente,
de espaldas al tiempo que emigra
tratando de arrastrarnos
nada queda al azar
pues todo está al alcance
del paisaje que ambos dibujemos.

*Andros






lunes, 2 de enero de 2012

Tu amor hecho grito



Tu mirada flotante, de vestal,
se desliza suave como el guante de un suspiro.

Su asomo,
lleva la soltura de los ríos deshelados
y pone su blancor sobre el techo de las luces
en un alud trasvasado hasta las sienes.

Una nube de fuegos y cristales
te flamea en el sur de las mejillas,
y de su túnica encarnada
se desprenden atávicos temores
que hacen intuir el eco de tus vuelos.

Todo en ti es aspiración y sentimiento,
firme voluntad que te lleva a un impulso permanente.

Replegado en tu conciencia el perspicaz ingenio
sobrevuela hasta el cetro de tu mano, tu pluma,
para enaltecer el verso, eje de tu vida.

Espejo de luz universal, siempre abierta
a quien vive ahogado entre fatigas,
de tu noble arquitectura pende
sólo una bandera: la de tu amor hecho grito.

*Andros

domingo, 1 de enero de 2012

Vértigo al vacío



En el surco más profundo del  pensamiento
arañando el cauce sostenido de las sombras,
hay siempre un nido de sierpes de párpados inmóviles
que arrastra mis vuelos de pájaro azorado
hacia los brazos de un abismo inacabable.

Me late el corazón acelerado, loco de ritmo,
con un contínuo martilleo angustioso y sofocante,
los brazos como pálidas aspas de algodón
y las piernas, cañas de cristal a punto de quebrarse,
me recuerdan las estatuas derruídas.

Perdido en este istmo de fugas y cantos de sirena,
cautivo del delirio y del insomnio,
afluyen a mis sienes un calvario de penumbras
y aunque con intenso parpadeo pretendo ver la luz
cierro los ojos buscando la caleta del descanso
con un horrible temor a quedarme atrapado en el vacío.

Entre tanto silencio
escucho golondrinas posarse en los aleros del miedo
buscando unos refugios que no ríen
porque fueron del llanto el cáliz de su sombra.

Como un latido desangrado en su soledad
el sueño me convoca en un fluir de caravanas.

*Andros