martes, 17 de diciembre de 2013

Halcones amarillos

 
La extremidad que martiriza al orbe
suele ser madriguera de sabuesos.

Inhóspito paisaje, honda ciénaga,
burdas añagazas que propenden
la vuelta al amarillo,
visiones calcinadas
que el hombre libre con razón disiente.

Subido en el tren del latrocinio,
rodeado de sables y cuchillos,
sobrevuela el halcón
refugiado en el son de un clavicordio
con la ley afilada entre las garras.

En el miedo, el llanto y la agonía
posa su efigie el hombre arrodillado
que despojado de su voluntad
se diluye entre blancas utopías.

No es estéril el arduo sacrificio
cuando éste se acompaña
de la voz que libera su mensaje
con sangre de poema.

Jamás el simulacro, el estallido
que acalla las conciencias
podrá poner sonrisa a un esqueleto.

*Andros

No hay comentarios:

Publicar un comentario