martes, 31 de diciembre de 2013

No caben las palabras

     
Hay ojos que al llorar parecen fuentes,
manos que sudan espinas de martirio,
mensajes de plumas negras
clavando sus afiladas uñas en las grietas del costado.

La pena, con olor a azufre,
azota la carne temblorosa
y el corazón anegado entre suspiros
extiende su sombra de ciprés sobre la sangre yerma.

El alma, siempre abierta,
rueda en su amargura por delante de la vida,
y aunque no le cabe la palabra
siembra voz de fuego sanando cicatrices
en el campo donde crecen las estrellas.

Es entonces cuando vuelan besos de paloma
en sueños de profundos aleteos.

*Andros

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