jueves, 26 de diciembre de 2013

La raíz de la belleza

     
Como una escalera vertical sin equilibrio,
con peldaños de vértigo y suspiros,
se despiertan ideas con traje visionario
entre antorchas de fuegos delirantes.

No es verdad que la belleza sea más azul,
que vislumbre su más diáfano lenguaje
cuando éste luce sus mejores galas pleno de cordura.

Desde el fondo de los ojos
simulando navegar por un alba de cristales
a veces se suceden fluyentes miradas de berilo,
que rastrean las insomnes cornisas del zodíaco
dispuestas a bordar con sus bemoles
las notas discordantes del loco pensamiento.

Entonces,
hasta la oculta voz de la palabra se hace táctil,
se alejan las borrascas de mensajes ilegibles,
abiertos caracoles emprenden caravanas fugitivas
en busca de una meta sin luceros ni horizontes,
y hasta el lento discurrir de la sangre por las venas
escucha su propio galopar en la distancia.

No siempre el soliloquio se teje en un glaciar enajenado
ni el júbilo procaz es premisa del desequilibrio de la mente.

Sabed todos que el pulso luminoso de lo abstracto
acaricia el silogismo, si en su frente mana la ternura.

*Andros

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