martes, 3 de enero de 2012

Un espectro en la niebla



Ni un grito, ni un gesto displicente,
ni tampoco la acritud vertida entre reproches
podrán conturbar la paz de tu reposo.

Todo,
desde el tímido bostezo de un felino soñoliento
hasta el ronco eco de unos pasos ahuecados,
nada escapa a tus hondas sensaciones.

Y sin embargo, no todo ese caudal
se puede exportar más allá de las arrugas del rostro.

Sabes bien que no eres más que un grano de sal
enterrado en el reino de las algas
incapaz de discernir qué es mejor:
Ocupar la retaguardia o romper el frente.

Por eso tu discurso se nutre de la duda,
te hallas desolada,
confinada a ser espectro evanescente
entre las espesas telarañas de la niebla.

Por eso, en fin, corres tras el viento para afirmarte
aunque sea dando vueltas de campana.

Y tu sombra, tu inabarcable sombra,
espejismo de norias que no vuelan,
enciende pasarelas de guirnaldas
a pesar de consumirse entre fuegos de cometas.

*Andros






























1 comentario:

  1. "Sabes bien que no eres más que un grano de sal
    enterrado en el reino de las algas"
    ¿Qué decirte que no te haya dicho ya?
    Simplemente genial. Es un placer pasar por aquí, para encontrarme con tan magníficas letras.
    Un abrazo.

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