martes, 27 de marzo de 2012

Verso a la fuga


 
En este palpitante devenir
de luces y de sombras,
he sentido en los ojos de la noche
la fatiga del pensar paciente.

El pulso de las velas
y las voces del hambre,
-desde el temor que lleva al abandono
hasta el llanto que fluye soliloquios-
son testigos de fiebres y de ojeras.

Con la pluma en la mano
y el ingrávido rostro circunflejo,
he buscado el color de la palabra
en los besos huídos
y en las flores ajadas del recuerdo.

Pero el léxico vivaz se acantila
entre cenizas, lejos,
muy lejos de la lámpara de cuarzo
donde el amor brillaba mariposas.

Es por eso que están muertas las horas
durmiendo turbios sueños que no acaban.

Es por eso que en un latir de labios
sólo ruedan los copos del vacío.

*Andros

lunes, 26 de marzo de 2012

Vida al verso



 El verso, rojo de pasión y fuego
navega por el río de la sangre
sellando entre las almas
el brillo de su nácar transparente.

Inmaculada huella la que enciende
un acordeón de liras y sonetos
si el constelado labio ve crecer
la fórmula del gozo
en el clima del beso y la mirada.

Una corola azul, tímido aliento,
se aposenta en los ojos del poema
para dejarnos ver
el pálpito sediento de su alero,
porque allí donde los sueños espigan
la flor de su linaje
siempre ríe el canto de los pájaros.

Delirio de almíbares en el aire,
pezón que mana efluvios de ternura,
el verso es mano amiga
que entre sedas desliza su palabra.

Cómo sabe el poeta
que atándose a sus fugas, siempre el verso
hará girar sus ruedas de molino.

*Andros



domingo, 25 de marzo de 2012

Recreando sueños



Hoy he vuelto sobre mí, entre suspiros,
a vibrar con los ecos de tu voz
buscando en el charol de los espejos
el sol de la ternura,
los ojos del cielo, tu blando aliento.

En nuestro hogar de luces y extravíos
donde reinan las quimeras,
no son curvas las fugas, las distancias,
pues la paz que apacigua nuestros rostros
se viste con el blanco de sus alas.

De ti, a cada instante,
brotan las esencias de tacto y miel
que van desde tus leves cataratas
hasta el fuego que enciende mis pupilas.

Por eso tu estandarte
se adorna con la flor del equilibrio
y en los rojos tapices de tus labios
sólo crecen  besos de coral.

Al cruzar nuestras manos
danzando como cisnes,
volvemos a los sueños de gacelas.

Todo es ya conjunción y sentimiento
y por eso nos brillan las auroras.

Somos agua de un mismo río
que eterniza en el mar los ecos de un cortejo.

*Andros  

viernes, 23 de marzo de 2012

Aires de soledad


Apacible, la soledad dobla las esquinas
de las distancias cortas
esas distancias donde se ahogan sin remedio
las quimeras que habitan en sus fugas.

Y aunque aúpa su gozo con el brillo del lenguaje,
el frío no la invita a presentir
los placeres que encierra el juego de las letras.

Busca la voz dormida
que sestea entre azules madrigales
con la esperanza vana de acallar
el pulso donde nacen los eclipses.

Y no resulta fácil
encontrar en la palma que guarda la memoria
todo el acervo de las almas de interior roto,
porque el aire que habitan los encuentros
es aire que desborda su sed de escapularios.

La soledad, de tanto mirarse en sus adentros,
resbala en las paredes de su sombra.

*Andros

El amargo precio de la ausencia




La pluma se resbala entre mis dedos,
el hueco de la mano está vacío,
se me ha convertido en una isla.

Es el obligado estipendio pagado por tu ausencia.

No existe verdad cautiva que nos aleje
ni falaz mansedumbre que nos acerque,
sólo pervive el lenguaje de tactos
única raíz vertebradora de inveterados sueños.

Han quedado romas las palabras
al socaire de sombras que flotan en las sienes,
y su mudez es alfombra extendida
por las lejanas esquinas que conducen al olvido.

Por eso estoy así,
en caída vertical hacia el abismo impenetrable,
escuchando los oscuros rumores que el silencio
va dejando entre grietas de sollozos y lamentos.

Por eso en los odres de mis lágrimas,
-cuencos de soledades-
sólo brillan espumas de olas muertas.

*Andros

jueves, 22 de marzo de 2012

Siembra


     
He cruzado tan lleno de contento
por las lúbricas aguas de tu río,
que laso de remar, me escalofrío
ardido por el fuego de tu aliento.

Llenaste todo el campo de albedrío
regando con su lluvia el dulce gozo,
y con primor, el agua de tu pozo
trajo el fruto a mis tierras en estío.

Luego hice hondo surco en tu pradera
lanzando ciegamente mi semilla
al brotarme la nueva sementera.

Ahora, lleno de especial cuidado,
deseo que se llegue hasta tu orilla
el viento de mi verso enamorado.

* Andros

...Y siempre soñar



Viviré sobre el carro de los sueños
aunque larga me sea la andadura.

El acre desaliento que  me llega
es látigo que azota como el viento
las negras soledades de la noche.

Noche callada, noche silenciosa
que atraviesa de frío la garganta;
río de sangre que congela el pecho
con la palidez de la fiebre.

Pero hay espejos en el Cielo
que encienden con sus brillos
esas dolientes sombras en la piedra
porque el alma necesita del cantar
dando vida de nuevo a la palabra.

Ay, cantos recordados del otoño
que tallásteis de sueños mi memoria,
fuente inagotable de claros versos,
dulce vino, besos, ojos de lluvia,
manos que acarician la tierra seca,
piel desnuda, llama ardiente de placer,
lágrimas rosadas de esperanza,
río sin cauce, rueda que no gira,
camino de nostalgia y fantasía...

Ay del pasado, presente y futuro
pintado sobre el cristal de los sueños.
Os viviré.Os daré vida eterna,
porque una flor retoña cada día
en el fondo de mi pecho.Su aroma
es fuente que ilumina la palabra
y me enciende los fuegos del deseo.

Por eso sigo al sueño de mis sueños.

*Andros.

miércoles, 21 de marzo de 2012

El color de la verdad



No es blanca la verdad, no es blanca,
aunque la mano diligente,
la frente despejada y la mirada descalza
juntas recorran el camino, muy juntas
para encontrarla.

La línea que perfila el horizonte
se hace oblícua, distorsionada
por el velo que cae sobre los ojos
al despertar de una lágrima.

Cada momento que se respira,
cada instante que se palpa,
establece una fuente de discordia
entre la realidad desnuda y fría
y aquéllo que la razón demanda.

Así se alimenta el mundo de las sombras
golpeando las tímidas esencias,
que enraízadas en el noble sentimiento
tratan siempre de aflorar sus ansias.

Pero surge el hastío indeseado
al ver que el objeto de los sueños
se convierte en entelequia inalcanzable
a pesar de la búsqueda incesante.

En esta contínua lucha se mueve el hombre,
perdido entre soledades y silencios
y abocado a un devenir tan resbaladizo
que siempre se le escapa entre las manos.

*Andros

Ojos como antorchas



 Son tus ojos brillantes esmeraldas
remedando la faz de mi esperanza;
su profundo mirar es tan sereno
que hasta el aire se viste de ternura.

Si ahogado me encuentro entre silencios
o perdido me dirijo hacia el abismo,
tus ojos generosos son la guía
donde sacian su sed mis pasos ciegos.

Ojos verdes de ensueño, fresca hiedra
que ilumina los muros de mi templo
con la llama inextinguible de su luz:

¡Despertad sin temor al alma dormida,
que agitada entre sueños se estremece
con llanto por gozar vuestra mirada!

*Andros


martes, 20 de marzo de 2012

Y el amor se hizo cantar


 
Me nace un nuevo canto cuando al verte
te contemplo rompiendo en alborozo.

Eres la paloma que sobrevuela
dibujando con blandos aleteos
los rayos que iluminan mis pupilas,
y hasta el negro silencio que me asola
se rompe con rumores de sirenas
que son los arrumacos de tu voz.

 Y al llegarte hasta mí con tanta fuerza,
cicatrizas las huellas que en el alma
mostraban su semblante adormecido
cual fantasma que vaga entre tinieblas
cubriendo su dolor entre suspiros.

 Eres fresco aliento de los ángeles,
lluvia generosa de abril que riega
las ciegas soledades del páramo
que tras un arlequinado telón
ocultaba sus íntimas carencias.

 Por todo ello y muchas cosas más
quiero ejercer el rito de cantarte
y hacerme ruiseñor de madrugada.

Qué el canto de pasión enardecida
que brota del volcán de mis entrañas
ponga más brillo al verde de tus ojos
y llene de esplendor tu rosa blanca.

*Andros

lunes, 19 de marzo de 2012

El valor de lo imposible


Traías la mirada colgada a un imposible,
la voz callada, sin respuesta,
calzando tus ausencias a lo largo de las sienes.

Ni el azul del mar, ni su brisa calma
conseguían alejar tu pensamiento
de la impenetrable niebla que envolvía
los muros de hormigón de tu jardín cerrado.

No, ni el mar, ni su brisa,
ni tampoco la cálida ternura de unos besos
podían intuir el destierro de tus vuelos.

Todo tu ser era el reflejo helado de la nieve,
del ciego desencanto,
y tus manos, tus manos eran dos guijarros
incrustados en los amargos huecos de una herida
esmaltada por el añil de la tristeza.

Me pareciste agua que mueve molino
y nunca vuelve
porque mi encendido abrazo fue perdiendo su calor
como se pierden los caprichos
cuando ruedan sus vanos sueños
por las grasientas espumas de una sucia alcantarilla.

Y tus alas, vacías de efusión,
abrieron el crisol de sus helechos
como vientos sin ecos
sin otra voluntad que ocultar sus bambalinas.

Sólo yo y el reposo de las rocas
atestiguan la sal que confunde tu memoria.

*Andros

viernes, 16 de marzo de 2012

Sólo el amor abre la mano


   
Cómo puede el pensamiento alcanzar su plenitud,
deshojar la invisible voz de su conciencia
si en el cóncavo azimut de los costados
sólo laten cerrojos de silencio.

Las ansias amarillas del recuerdo enajenado,
tanto tiempo invernadas en las sienes,
enhebran azogados collares de mercurio
despertando en el flujo vertical de las palabras
el aspecto febril de su rostro demudado.

Sólo el amor,
cálido elixir de melódica dulzura,
con su atávico léxico de fusas y corcheas
podrá regenerar desde el verde de su rama
el oscuro cauce de las sombras.

Sólo así,
lejos del vértigo espinoso que a callar invita,
el alma se libera del nudo que ahoga su garganta
y el verso se vacía por el hueco de la mano.

*Andros

El peso de los mitos


Esclavo de pecados capitales,
agitado en un río sin espejos,
he sentido la voz del abandono
en el cráter vacío de los ecos.

Por eso, inquilino de la niebla,
busqué tus manos entre mis adarves
en el sitio donde crecen los sueños,
allá donde las lunas de marfil
cristalizan la piel de sus armiños.

En mi rostro brillaban las estrías
como si un látigo desgavillado
hubiera disparado su calima.

Y tú, estabas allí como siempre,
sin mirarte, asomada al cielo,
con el labio buscando la otra orilla,
muy feliz, dibujando escalofríos.

Ahora, repasando la memoria
esmaltada de blandos arambeles
nos sacude su aliento el viejo mito:

Somos cantos rodados oscilantes
sobre lechos de arenas movedizas.

*Andros

jueves, 15 de marzo de 2012

Hierve la verdad


Atrás dejé olvidados los inviernos
con sus noches de insomnio
y sus aires de roca
obstinado en volver hacia el refugio
por las cerradas curvas de las sombras.

Con los ojos arañando el horizonte
he sacado a pasear
la voz de la palabra,
cansada de habitar abandonada
en los ocres espejos de la frente.

Ahora voy con el tesón al hombro
vertiendo de mi cáliz rebosante
las hambres del paisaje,
el llanto ceniciento de los hombres,
y el frío del silencio
para afirmar la rótula volátil
que articula en el verso su esqueleto.

Cierto es lo que se dice:
Al final de la ruta
no se escuchan los ecos de las horas
ni el aliento frustrado de los vuelos,
sólo hierve el color de la verdad
vistiendo las palabras.

Por eso mis afanes
agitan sus bridas de libertad
tras las voces  llovidas de ternura.

*Andros

El poder de la palabra


La lluvia de palabras amorosas
que le llegan florecidas
al rastrojo de mi nublada frente,
siembra luz azulada de pasiones
sobre el alcázar cautivo del instinto.

Se rompen las barreras del silencio
y se encienden los lívidos reflejos
a pesar del rigor de la anestesia
que les empuja a las fauces del olvido.

Sólo quedan en mí las cenizas
apagadas de una absurda rebeldía,
de una cerrazón impenitente
convertida en isla marginada
carente de color y de esperanza.

Pero este clamor indescriptible,
como un redoble callado de timbales,
acaricia sin la más mínima tregua
las paredes de este corazón de mármol
tanto tiempo abrazado a las espinas.

¡Qué gran poder tiene la palabra
si se teje de amor universal!

*Andros

miércoles, 14 de marzo de 2012

El tiempo y su huella


Aunque el tiempo sacuda tu perfil
con surcos que te agrieten las arenas,
las bellas esmeraldas que te adornan
brillarán más allá de sus fronteras,
inmutables, hurtando tu reposo.

La fuerza de tu imagen no prescribe,
se muestra insobornable como estatua
que sustancia su beldad con el grito
sumiso que evidencia su silencio.

Envuelta tu presencia entre la niebla,
en vigilia la luz de tus deseos
y caduco el almíbar de tu vientre,
las huellas que el paso de los años
impriman en tu verde geografía
pulirán tus centros, tus esquinas,
hasta alcanzar dueña de ti
el cansado rumor de la otra orilla.

Y ya no habrá granito en tu paisaje:
Sólo una flor de luz entre tus labios.

*Andros

lunes, 12 de marzo de 2012

En carne viva


     
                            "En el cáliz de mi rostro descansan
                             las angustias que marcan las ojeras"                                        

Por temor a caer en el olvido
poco a poco me voy deshilachando.

Hiberna la difusa silueta de mi sombra
como la cola castrada de un cometa
dispuesta  a  recorrer en su destierro
el frío desolado del insomnio
sobre el lecho que aguarda su fatiga.

Los huecos espectrales de las manos
muestran su vacío
buscando llenarse de utopía
porque el miedo a no reconocerse
acecha colgando sus puñales
en la soledad de los dedos calcinados.

No puedo caminar, aunque camino
sabiendo que la estela que dibujo
se puebla de pasos apagados
y que el humo volado de mi incienso
ni siquiera alcanzará el abrazo de las nubes.

Por eso no le canto ni a la rosa
ni a la espiga.

El canto que me rueda por los ojos
se viste del rojo de la sangre,
de la sangre que me abrasa en carne viva.

*Andros

domingo, 11 de marzo de 2012

Ensoñación


Tu pecho me hace de almohada,
de pañuelo cuando tengo ojeras negras,
de tierra caliente que se esponja
con mieles escondidas
tras el ardiente embozo de tu carne.

Llenas de pasión, vacías de sombras,
las febriles horas de la noche
tras haber perdido el pulso,
dejan paso con ritmos oscilantes
al ansiado gozo, que seguro de saberte
abre la jaula de todos tus enigmas.

Y así te quedas
abrazando el silencio entre suspiros,
desnuda, con los ojos ausentados,
transparente como el vidrio que refleja
la imagen trasvasada de una esfinge
labrada en porcelana.

En esta atmósfera sutil
me veo anudado a tu cintura
con las manos abiertas como un delta
buscando las sinuosas simas
de aquéllo que dicen que es pecado,
entre arrullos y jadeos,
para trazar los surcos del olvidado paraíso.

Y tú, torneada como un cisne,
navegas entre sueños espectrales
buscando suicidarte entre mis labios.

*Andros.

viernes, 9 de marzo de 2012

Del negro hasta el azul vistiendo rojo



Una vez más el negro me inunda en su color.

Con la frente sitiada por la fiebre
se me tornan vacíos los aleros
donde vivían felices los pájaros del sueño.

Hoy, todo me palpita como látigo en la sangre
porque sobre la hierba de este marzo con ojeras
me he visto obligado entre sollozos
a vestir las raíces del noble pensamiento
con las hieles coaguladas del silencio
sabedor que el eco de la ausencia
clavará sus colmillos sobre la carne de mi verso.

Aún así escribo como siempre,
sin demorarme, en un viaje introspectivo sin retorno,
buscando en el azul de la imagen decantada
todo el vigor de su perfil
escondido tras una arquitectura sin luz en las ventanas.

Quiero ser espejo de mí mismo,
dejar fluir toda la sed que brota en los instintos
prendido al sillar del equilibrio
para no hendir jamás sobre la tierra
la cruz donde agoniza la voz del desaliento.

Desde esta oscuridad de humo y exilio
el alma se me fuga tras la sombra de una nube
y los labios, creados para degustar besos y palabras,
despliegan la sonrisa de sus rojas amapolas
para dar salida a las alondras que anidaban en el pecho.

Y ya no habrá acordeones rotos donde el canto,
perdido entre baúles, latía a la deriva.

*Andros

martes, 6 de marzo de 2012

El precio de la vida


Nada nuevo resplandece bajo el Sol.
Ni el mar, ni la tierra, ni tampoco
la palabra del verso bien nacido
son espejos que abren los silencios
del aire que se pliega a su reposo.

Ni siquiera la luna, ni las estrellas
que oscilan en las noches como péndulos
son capaces de alumbrar las inquietudes
de unos tímidos ojos que se cierran
para borrar las sombras que les ciegan.

Así se zurce el paño de la vida
para aquéllos que están solos por dentro,
transitando los pies entre guijarros,
asomados los sueños y deseos
al mórbido dintel de la esperanza,
cansados de buscar sus propias huellas.

Sólo el amor-maná impenitente-
servirá de alimento en el destierro
a todos los mortales peregrinos
que consumen cada día su existir
como esclavos que cruzan el desierto.

¡Qué panorama impenetrable al descanso
late en los huecos de este laberinto!

Se estrecha el cerco, se aprieta el nudo
que axfisia sin cesar la dignidad,
y un hondo misterio va enraizando
los desdenes que sacuden el olvido.

Es el precio que a veces se paga por vivir.

*Andros

lunes, 5 de marzo de 2012

Entre latidos


Ya no hace falta que me hables
con encajes bordados de elocuencia.
No, ya no necesitas balbucir ruborizada
que tu ciego amor por mí
es la luz que da brillo a las estrellas.

Los desnudos vidrios de tus ojos,
con su pleamar de sueños,
centellean en los arcos de mis sienes
con mensajes tan vibrantes
que ni el grito hambriento del coyote
ni el llanto ahogado de un cautivo
definen mejor el vigor de su lenguaje.

Tal vez por eso
entre tú y yo no es necesario
vestir de rosas el silencio,
ni convertir los ecos de nostalgia
en los sueños volados de una nube,
porque allá donde se cruzan las miradas
se nos funden los caminos
y sólo una voz alienta el aire:
La voz que late en nuestros pechos.

*Andros

sábado, 3 de marzo de 2012

Los ojos del alba



El corolario de la noche
enciende el arrebol de las promesas
con sus espuelas de cristal
y sus escorzos de gacela,
pero al rodarse los recuerdos
por donde duermen las ideas
se abre el solar de los sollozos
al amparo de viejas servidumbres.

Es entonces, entre delirios,
cuando abren sus fauces los enigmas,
y los sueños como encinares muertos
mecen la oscuridad de sus sillares
bajo el vuelo fugado de las lunas.

Qué importa la sed de las letras
tanteando vitrales apagados,
los desvelos evadidos del éter
caminando sobre el filo del miedo,
si en sus orígenes de aurora
el júbilo desciende su voz blanca
sobre el desierto gris de las ausencias.

Nada escapa al naufragio de los labios:
El alba, luz del simulacro,
vuelve siempre con sus ojivas ciegas.

*Andros

viernes, 2 de marzo de 2012

Tras los ecos de tu vuelo


No me asustan las piedras del camino
porque sigo tu estela de ola blanca
orientando mis blandos girasoles;
porque apago las arenas del miedo
con la cal que me brinda tu recuerdo;
porque a pesar de heridas y de insomnios
me brillan las vidrieras
en el istmo cegado de las sienes;
porque en mi soledad de sangre y fuego,
donde arden los eclipses,
una estrella buida de ternura
ya riela en los espejos de mi pecho.

No se clavan ni el hueso ni la espina
en el vientre que alberga la memoria:
En el único norte que se atisba
sólo habitan los ecos de tu vuelo.

*Andros