viernes, 2 de marzo de 2012

Tras los ecos de tu vuelo


No me asustan las piedras del camino
porque sigo tu estela de ola blanca
orientando mis blandos girasoles;
porque apago las arenas del miedo
con la cal que me brinda tu recuerdo;
porque a pesar de heridas y de insomnios
me brillan las vidrieras
en el istmo cegado de las sienes;
porque en mi soledad de sangre y fuego,
donde arden los eclipses,
una estrella buida de ternura
ya riela en los espejos de mi pecho.

No se clavan ni el hueso ni la espina
en el vientre que alberga la memoria:
En el único norte que se atisba
sólo habitan los ecos de tu vuelo.

*Andros

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