lunes, 6 de enero de 2014

A mi padre

 
                      Hay luces de auroras que encendiste
                                                 en los últimos rincones de mis venas.
                                                     
Eres noble corcel que rasga el viento,
añoso sauce con su tronco erguido,
perenne rama que sostuvo el nido
que sirvió de cuna a mi sentimiento.

Siempre hostil al dolor y al desaliento,
trazaste con tu pulso decidido
mi camino. Su largo recorrido,
me cubrió de tu sabio pensamiento.

Tu verdad desnuda, ¡qué maravilla!
se sembró en mi cauce, lecho soñado,
con las claras aguas de su semilla.

Hoy cubierta tu andadura, cansado,
la luz de tu palabra, tan sencilla,
se enciende con mi verso emocionado.

*Andros.

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