viernes, 3 de enero de 2014

La voz de la mordaza

 
El hielo de los labios
intuye la emergencia de las fugas.

El pensamiento, líquida hemorragia
al borde del delirio,
se amotina con su instinto letal
aferrado a las bielas de las sienes
en un latir convulso.

Nada refleja el rostro de lo estático.

Ni siquiera el vitral de los axiomas
permite traducir
el reposo inasible de las piedras.

El lenguaje, abrazado a sus enigmas,
vuela como un insecto trotamundos
vertiendo su albedrío
sobre el crisol de la memoria abierta.

En este devenir,
-vendaval de trasiegos y vaivenes-
sólo el ente cautivo de sí mismo
desvanece el fluir de las esencias.

Hasta en la soledad de las estatuas
el silencio es la voz de la mordaza.

*Andros



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