En tu trastienda, donde reposan los recuerdos,
un viejo poema trajo luz a tu sonrisa.
Hablaba de ti, del vuelo de las mariposas,
de náyades y fuentes, de suspiros,
de pájaros en ronda de gorjeos,
y como no de la verde hiedra de tus ojos
y del sabor a fuego de tu boca.
Por eso yo, juglar a contratiempo,
con la voz de galán enamorado
y el ansia entre los labios
no ceso de cantarte buscando tu costado.
Nunca más mis silbos de coral de cada verso
naufraguen por las crestas del olvido.
*Andros
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