martes, 7 de enero de 2014

El umbral de las amnesias

 
Traspasado el umbral de las amnesias,
sin sal sobre los labios,
abriste la mirada
mostrando tus perfiles desde el fondo.

Regresaste sin llanto en el aliento
para cernir sobre mi vieja frente
la calidez de un beso
y sembraste en la flor de la retina
el poso de un suspiro
desprendido de tu sin par sosiego.

Con tu soledad llena de nostalgias,
burlando enredaderas,
rozaste las quimeras de mi alcázar
y tus ojos de hiedra, perpétuos de ternura,
sembraron en la noche dos luciérnagas.

Desde entonces, latidos en el sueño
agitan mis oídos
con rumores de pájaros y fuentes,
y el grano que germina su lenguaje
es especia de paz
que sirve de elixir a la armonía.

Tu gesto de laurel
es la luz que da brillo a mis poemas.

*Andros


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